Los colores
de Arjona

20 nov 2017 / 09:44 H.

Arjona, un pueblo de la campiña con apenas cinco mil habitantes, tiene un pasado impresionante y muchos siglos de historia en colores; en su atalaya, cercano, distante y ubicuo. He asistido a una ruta turística dirigida de forma impecable y documentada por el técnico municipal Antonio Salas que, en apenas tres horas, nos transportó del oppidum del bronce al Obulco romano y al esplendoroso siglo XIX: edificio consistorial y lo que encierra, triple recinto amurallado, betilo, Iglesias de Santa María, San Martín, el Carmen y San Juan, Santuario de las Reliquias, aljibe almohade, cripta neobizantina, monumento a Alhamar y el recoleto museo, necrópolis de Piquia; todo ello paseado y contextualizado por el ameno guía. El esfuerzo municipal con la promoción cultural y turística de su patrimonio para sí lo quisieran otros pueblos del entorno y no quiero señalar; envidio el fomento del patrimonio en la red, folletos y actos como el Otoño Cultural; dejamos a Juan Eslava para otro día. Los arjoneros, paisanos de la madre de Séneca, en Roma no fueron colonia sino municipio, con senatus; usan su pasado no por mera delectación sino como trampolín para ganar el futuro; el municipio con mayor término de tierra cultivada de Jaén no es sólo olivos.