Presupuestos
de Jaén

22 may 2017 / 11:04 H.

Hace muchos años, el profesor Murillo Ferrol, mi profesor de “Derecho político” —mezcla explosiva—, clasificaba con sorna las mentiras en pequeñas, grandes, presupuestos y estadísticas. Las cuentas del Estado –a estos efectos igual son las generales o las andaluzas— forman un todo armónico y cuadrado cuando llegan al Parlamento, concedamos incluso que cuando salen. El problema surge en el reparto previo de promesas y posterior de euros reales. Nuestros representantes, en Madrid o Sevilla, tirios y troyanos, presumen —mintiendo– de las cantidades que llegarán a Jaén para inversiones y discuten —no debaten— el “y tú más” de forma encarnizada; no reconocerán decir lo que les mandan, porque lo que vale es “calentar el patio”. A la hora de la verdad, ni el Estado ni la Junta invierten lo que se necesita, lo que se debe a esta tierra, ¡esa sí es deuda histórica del 92 acá!; incluso lo poco que aparece en las cuentas no siempre llega a ejecutarse. Y así nos va. De Jaén capital, mejor no hablar.