El detenido por el crimen de Ángela “trabaja” su coartada

El joven quiere demostrar que estaba en Guadalajara el día de autos

05 jul 2016 / 13:57 H.

Por cuarta jornada consecutiva, Octavio S. R., el hombre de 28 años detenido la pasada semana por su presunta implicación en el crimen de Ángela Jiménez, se presentó ayer en el Juzgado. Estampó su firma y se marchó. Dio cumplimiento así a la orden judicial que lo obliga a comparecer a diariamente en sede judicial. El magistrado Fernando Moral decretó, igualmente, la retirada de su pasaporte. Son las medidas adoptadas por el juez después de dejar en libertad con cargos al sospechoso de haber participado en la violación y asesinato de la joven jiennense. Unos terribles hechos que ocurrieron en la madrugada del 12 de julio de 2011 en el piso que ocupaba la víctima, en la calle Sagrada Familia de Jaén.

Un caso que parecía cerrado, después de que el presunto autor del crimen, Raúl García Rubio, muriera aquella misma noche, al precipitarse por el balcón mientras trataba de huir de la vivienda al llegar la Policía. Sin embargo, la investigación se ha reabierto, tal y como adelantó Diario JAÉN, gracias a un sorprendente hallazgo: se encontraron restos biológicos —al parecer, semen— pertenecientes a Octavio S. R. en unas braguitas recogidas en el escenario del crimen.

El detenido alegó que es normal que su ADN estuviera en esa vivienda. ¿Por qué? Hay que recordar que estuvo viviendo en ese piso antes que Ángela Jiménez. Por ello, contó a su señoría que la prenda donde estaba su perfil genético podría ser de su novia, con la que había estado allí residiendo. No obstante, sus explicaciones no convencieron a la Policía Nacional, que no ve “lógico” que la víctima no tirara las braguitas a la basura en los dos meses en los que vivió en ese domicilio con posterioridad a que Octavio S. R. lo dejara.

Por ello, el objetivo de este hombre es cimentar la coartada que argumentó ante su señoría para defender su inocencia. Durante todo el fin de semana, ha mantenido reuniones con los abogados que lo representan en este pleito. Trabajan para poder demostrar al juez que, en la época en la que ocurrieron los hechos, Octavio S. R. estaba residiendo en Guadalajara, donde trabajaba como vigilante. De hecho, seguía viviendo en esa ciudad castellana hasta que fue arrestado la pasada semana por la Policía de Jaén. Además de las nóminas que confirmarían su versión, también cuenta con el testimonio de, al menos, once testigos que acreditarían que no se encontraba en la capital jiennense aquel mes de julio de hace cinco años y que, por lo tanto, no pudo matar a Ángela.

Fuentes de su defensa también recuerdan que la Comisaría de Jaén explicó, en su día, que Raúl García Rubio cometió el crimen en solitario. De hecho, llegó a convocarse una rueda de prensa en la que se dio a conocer que las cámaras de seguridad de la Comandancia de la Guardia Civil —muy cercanas al piso— lo grabaron entrando solo al bloque de viviendas donde residía la víctima.

¿Qué tiene en contra, entonces, Octavio S. R.? Además de los restos biológicos, en principio, también incurrió en contradicciones cuando le tomaron declaración hace cinco años. Dijo que no conocía ni a Ángela ni a su presunto asesino, cuando la Policía tiene pruebas de que sí existía cierta relación entre ellos, al menos por separado. Ante el juez, el detenido volvió a insistir en que ninguno de los dos era de su círculo de amistades.

Fichado por un delito sexual

En diciembre. ¿Por qué se ha tardado cinco años en identificar el ADN hallado las braguitas? Simplemente, porque no había coincidencia en la base de datos de la Policía. No fue hasta el mes de diciembre cuando Octavio S. R. fue fichado. Le abrieron diligencias por, presuntamente, extorsionar a una menor con hacer públicas fotos íntimas si no accedía a mantener relaciones sexuales. Fue, entonces, cuando se le tomaron muestras de saliva y “saltó” la coincidencia.

Estuvo en el punto de mira policial

teléfono pinchado. Octavio fue el anterior ocupante del piso donde mataron a Ángela. Por este motivo, fue interrogado en calidad de testigo hace cinco años. Entonces, dijo que no conocía a la víctima ni a su presunto asesino. No obstante, la Policía llegó a reunir pruebas de que sí conocía a ambos. Por ello, lo tuvo en su punto de mira e, incluso, llegó a tener pinchado el teléfono durante una temporada. Los agentes no encontraron pruebas suficientes para detenerlo.

La extraña forma de acceder al piso

Un cabo suelto. En su día, llamó mucho la atención el hecho de que Raúl García pudiera entrar al piso de Ángela sin forzar la puerta. La Policía dijo que pudo hacerlo introduciendo su mano por una ventana contigua para alcanzar la llave, que estaba en la cerradura puesta por dentro. Sin embargo, también se barajó la posibilidad de que alguien —un inquilino anterior de la vivienda— le pudiera haber facilitado otro juego de llaves. En este escenario, las sospechas recaen en Octavio S. R.