El fantasma de la sequía da un duro golpe a la agricultura

Olivos empiezan a secarse por falta de agua en la zona de Puente de Suárez

26 sep 2017 / 19:39 H.

Que el olivar presenta un estrés hídrico severo no es ningún secreto. La escasez de lluvias del último año agrícola, unida a las altas temperaturas del verano y la falta de precipitaciones en el arranque del otoño, pone contra las cuerdas al campo, base de la economía municipal. La aceituna está arrugada en las explotaciones de secano, que son mayoría en Alcalá.

Un ejemplo del alcance de la sequía actual son las escalofriantes imágenes procedentes del paraje Puente de Suárez, una zona situada entre Fuente Álamo y el límite con la provincia de Córdoba. Allí, además de que suele llover menos que en áreas elevadas, se suman las características del suelo y la orientación, que aumenta la insolación diaria. Algunos ejemplares de olivo, incluidos los más viejos, están a punto de morir con una caída casi general de la hoja. Otros, comenzaron el proceso de desecación, con amarillamiento foliar bastante generalizado.

En el conjunto del término alcalaíno, el secano se ve afectado por un fruto de calibre pequeño, pese a que la mayoría de los árboles tiene poca carga. La falta de jugo vuelve al olivo más vulnerable ante las diferentes plagas y enfermedades. Los diferentes modelos no contemplan precipitaciones en las próximas dos semanas, lo que agravará el problema. Entre los agricultores existe preocupación, no solo por la merma considerable de la presente cosecha, sino por las consecuencias en la de la siguiente campaña oleícola, la 2018-2019. Si la ausencia de lluvia persiste, también se comprometerán los acuíferos, sobreexplotados a menudo, aunque los sondeos sean cada vez más hondos.

Como balance general de la situación, el último año agrícola, de 1 de septiembre de 2016 a 31 de agosto de 2017, fue deficitario con unos 450 litros por metro cuadrado en el casco urbano. La cifra está muy por debajo de la media desde que empezó el siglo, que ronda los 620 litros. Sin embargo, hubo otros años agrícolas tan secos o más. Por ejemplo, 418 litros en el 2011-2012 y solo 233 en el 2003-2004. El calor estival y el hecho de que el olivar estuviera cargado la pasada campaña, acrecentaron la escasez de lluvias.