El “monstruo” suma otra condena a su historial

Controlaba a su familia desde la cárcel, donde cumple 33 años de castigo por violar a sus hijas

09 feb 2018 / 09:00 H.

José Luis O. C. giró la vista a su derecha para buscar con la mirada a su abogado. El letrado le hizo un gesto de aprobación y el acusado meneó la cabeza de arriba a abajo. El juez le repitió la pregunta: “¿Reconoce usted los hechos?”, le espetó el magistrado por segunda vez, al tiempo que le reclamó que verbalizara su respuesta: “Sí, señoría”, contestó José Luis O. C., con voz temblorosa. De este modo, este antiguo tendero de Torredonjimeno aceptó una condena de 88 días de trabajos en beneficio de la comunidad por coaccionar a su esposa y a sus tres hijos pequeños desde la cárcel. Y es que, a pesar de que está encerrado en una celda desde hace once años, seguía controlando con mano de hierro a sus familiares.

José Luis O. C. ha envejecido en la prisión. Debajo de la apariencia de jubilado tranquilo, se esconde un “monstruo”. De hecho, fue castigado a 33 años de cárcel por violar a su hija mayor en innumerables ocasiones; por abusar de otra de sus hijas, y por maltratar a cinco miembros de su familia, “a los que tenía atemorizados por su violencia desmedida”. Tal fue el clima de pavor que sufrieron las dos hermanas que, en febrero de 2002, quisieron poner fin a su pesadilla, abandonaron su casa y huyeron a Francia, desde donde denunciaron lo que les había hecho su progenitor. La terrible historia conmocionó a la sociedad española. El antiguo tendero fue juzgado y condenado a 33 años de cárcel en enero del año 2007. Desde entonces, está encarcelado.

José Luis O. C. siempre proclamó su inocencia. Su propia esposa siempre lo respaldó y juró y perjuró ante el tribunal que su marido no había abusado sexualmente de sus hijas. No obstante, para la sala que dictó la sentencia, su testimonio no ofreció “credibilidad alguna”. Durante años, la mujer siguió apoyando al “monstruo”. Lo visitaba en la cárcel cada vez que le correspondía un vis a vis e, incluso, llegó a manifestarse en varias ocasiones a las puertas de la Audiencia para proclamar que se estaba cometiendo una injusticia con él.

Lo que pasó ayer en el Penal 4 puede explicar, al menos en parte, este extraño comportamiento. José Luis O. C. ha sido condenado por someter a toda su familia a un férreo control, incluso desde la cárcel. Llamaba constantemente y les exigía saber dónde y con quién estaban en cada momento. Los obligaba a estar en el domicilio familiar cuando él dijera y a la hora que él estableciera. Incluso, les llegaba a reclamar “pruebas” de que cumplían sus órdenes. El objetivo era evitar que su esposa pudiera ver a sus dos hijas mayores, que han residido en Francia durante todos estos años. De hecho, en junio de 2014, la esposa viajó al país galo sin que José Luis O. C. lo supiera. Él logró enterarse y, cuando regresó, le echó en cara que lo había dejado solo y que había querido suicidarse por su culpa.

Desde Francia, sus dos hijas mayores escribieron a la Fiscalía para contar lo que pasaba con su madre y con sus tres hermanos. Se abrieron diligencias contra José Luis O. C. por un delito de coacciones. El antiguo tendero decidió declararse culpable y reconocer los hechos a cambio de una rebaja del castigo: de dos años de cárcel se quedó en 88 días de trabajo en beneficio de la comunidad. Su esposa, con la que no llegó a cruzarse en los pasillos del juzgado por segundos, no llegó a declarar.