El Real Jaén se asoma a la ruina con un ridículo

Muestra una lamentable imagen ante el Recreativo de Huelva y el público pide la dimisión de Ramón Tejada

16 ene 2017 / 13:14 H.

Cómo ha cambiado el fútbol!, decía, camino de La Victoria, un aficionado de los de verdad. ¡Cómo ha cambiado el fútbol, desde que el juego consistía, cuenta Eduardo Galeano, en una confrontación de dos pueblos, cada uno de los cuales pugnaba por introducir el balón en el terreno de los vecinos! Desde aquella acción colectiva a jugar, pero en La Bolsa mercantil, hay una distancia casi infinita. El fútbol ahora se mueve en los ámbitos financieros, mueve y revoluciona países y está presente en los sistemas globalizadores. Un ciudadano que vive en Singapur se hace dueño de un club en el extremo oriental de Europa mientras otro inversor, millonario profesional, saca a la venta las acciones de un equipo inglés. ¡Menuda locura la de este tiempo!

El Recreativo de Huelva y el Real Jaén se enfrentaron en el terreno verde de juego pero, detrás de cada uno, lucía inmisericorde una cuenta, que más bien debiera llamarse de no-resultados, una deuda de padre y muy señor mío, y una angustia mercantil de las que hacen época. Medio oculta, braceaba como una loca su desaparición. Ambos equipos la vienen arrastrando como una amenaza que cada día cobra más fuerza. Pero, a pesar de todas estas monsergas mortales y de otras muchas matizaciones que podrían hacerse, lo inmediato es que se trataba de un partido de fútbol. Y, en consecuencia, de ello es de lo que hay que hablar, si es que es posible.

Así es que empezó el encuentro y casi al tiempo, empezaron a caer los goles en la portería blanca. Uno a los dos minutos y un penalti, a los cuatro, que Miguelito transformó en gol, pusieron muy difíciles las cosas para el Real Jaén adobado además con un ambiente hostil pues enseguida comenzaron los gritos desesperados del público que de pronto se sintió desarbolado. Como el equipo. Poco a poco sin embargo este empezó a entonarse algo y, primero, con Santi Villa, que chutó cruzado casi al poste y, después, Vitu, que, medio resbalando, lanzó alto, dieron algo de esperanza que, casi al final de esta parte, Carmona, de cabeza, confirmó con buen éxito.

Pero todo fue un espejismo. En el segundo tiempo los onubenses jugaron muy cómodos, en especial tras el cambio de protagonistas y así vino el tercer gol, que pudieron ser algunos más. El Real Jaén únicamente tiró a puerta una sola vez, mediante un remate de cabeza de Vitu, que el portero atajó con una gran parada.

Ya la alineación tenía novedades señaladas. Con Cifu desaparecido, Mella entró a última hora por lesión de Bardanca en el calentamiento jugando en el carril derecho de la defensa, miestras Ordóñez pasaba al centro. Sergio y Óscar formaron la media, mientras Vitu se colocaba de media punta.

Los escasos aficionados presentes mostron en muchos momentos su rabia y su enojo con gritos de “¡Fuera, fuera!”, “¡Tejada, vete ya!” Pero se advertía un punto de desesperanza en esos reclamos, inútiles en su eficacia porque era, como decían los clásicos, contra un destino nefasto, más nefasto que los dioses mismos porque de estos, en ocasiones, se puede conseguir alguna conmiseración. ¡No hay a quien gritar de verdad! Y ese vacío recuerda a Sísifo, subiendo la piedra una y otra vez hasta lo alto de la montaña para que vuelva a caer de nuevo. Un castigo tan grave por irracional y porque solo permite asomarse a lo que no parece que tenga alguna posibilidad de solución.

Al final del partido ni siquiera hubo atasco de tráfico. ¡Menudo síndrome de cómo la peor muestra de la ruina total es convertirse en un pecio que anda por aquí y por allá a disposición de todos los vientos y todas las tormentas!