La biomasa, base de las biorrefinerías del futuro

Investigadores de la UJA trabajan en la reducción de combustibles fósiles y el aprovechamiento de residuos agrícolas

08 may 2018 / 08:26 H.

El aprovechamiento de la biomasa y de los residuos agrícolas y agroindustriales a través del desarrollo de un modelo de biorrefinería sostenible con el medio ambiente es en lo que trabaja el grupo de investigación Ingeniería Química y Ambiental de la UJA. El objetivo, explican, es reducir la dependencia a los combustibles fósiles y abogar por una “bioeconomía”. Para alcanzar esta meta, el equipo jiennense lidera y participa en diversos proyectos vinculados con el sector. En concreto, el grupo se centra en la valorización de los residuos y subproductos que genera el sector oleícola a través de un proyecto de investigación financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y en colaboración con el Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas). Para ello, los jiennenses evaluaron la cantidad disponible de recursos, como la poda del olivar, las hojas y ramas pequeñas que se separan de la aceituna en las almazaras o el orujillo (subproducto que resulta tras la extracción del aceite de orujo de oliva), con el fin de investigar su potencial para generar energía y aprovechar sus componentes bioactivos.

La investigadora Encarnación Ruiz explica que la puesta en marcha de estas nuevas plantas bioenergéticas aún requiere de mucho trabajo de investigación, sobre todo dirigido a optimizar los procesos de obtención de los distintos bioproductos. “Nuestra línea principal es la adquisición de biocarburantes para el transporte, en particular bioetanol avanzado de segunda generación, que sustituya a la gasolina y que, por lo tanto, reduzca las emisiones de CO2”, señala la experta. En la actualidad, el bioetanol se obtiene en diversos países del mundo: en Brasil por ejemplo, a partir de caña de azúcar; en EE UU del maíz, y en la UE del cereal, que es lo que se conoce como el bioetanol convencional de primera generación. No obstante, Ruiz apunta a que el bioetanol avanzado de segunda generación se extrae de biomasa no alimentaria, de manera que la materia prima no solo es más barata, sino que también da solución a una enorme cantidad de residuos cuya eliminación supone un problema desde el punto de vista medioambiental. “Así conseguimos una doble solución”, matiza.

La obtención de bioetanol a partir de la biomasa es un complejo proceso bioquímico que se basa en la fermentación de los azúcares estructurales que hay en los residuos agrícolas: “En este tratamiento es donde trabajamos, y todavía es necesario mucha investigación para optimizar el proceso”.

“Para que estas biorrefinerías sean viables desde el punto de vista económico y productivo —considera— tenemos que aprovechar también los demás componentes de la biomasa: hay que ir hacia un modelo de biorrefinería flexible en cuanto a materias primas y bioproductos derivados”. Y es que, puntualiza, estos recursos agrícolas son una fuente rica en antioxidantes naturales, con múltiples aplicaciones en campos como el de la nutrición, la cosmética o la medicina. También se pueden obtener otros productos como el xilitol, que es un edulcorante natural, o los oligosacáridos (compuestos con propiedades prebióticas). La biomasa es rica también en lignina, que son polímeros orgánicos con un alto poder calorífico: “Este potencial podría utilizarse para que la biorrefinería pueda autoabastecerse desde el punto de vista energético”, matiza Encarnación Ruiz.

En este punto, el objetivo es ubicar estas plantas —algunas ya están en fase experimental— en puntos estratégicos y cercanos a los residuos, para que no haya que transportarlos y movilizarlos.