La capital da las gracias a la Divina Pastora

Decenas de fieles acompañan a la imagen, del siglo XVIII, en su recorrido por las calles del centro

04 sep 2017 / 11:22 H.

El barrio de San Ildefonso reforzó ayer su solera con motivo de las fiestas en honor de la Divina Pastora. A mediodía, el tradicional revoloteo de banderas impregnó la plaza de vistosidad y de caras asombradas ante la destreza que exhibió la veintena de personas que participó en un evento único en la capital. “El volteo de banderas es un agradecimiento de los pastores a la Virgen, antes de que se proclamara el Dogma”, explicó a este periódico Antonio Martínez, presidente de la Cofradía de la Divina Pastora de Jaén, una hermandad fundanda a fianles del siglo XVI bajo el título de “la limpia Concepción de María”. El revoloteo de las banderas volvió a ser uno de los momentos más destacados de una jornada de neta devoción mariana que culminó, por la tarde, con el feliz encuentro entre la Madre de Dios y la sociedad jiennense, que volvió a volcarse con esta preciosa imagen de cara morena y postura sedente que, a diferencia del año pasado, lucía mantilla y pamela.

Portada por 38 de los más de cien costaleros que la cargan a lo largo de su recorrido, la Divina Pastora salió de su templo, en la Basílica Menor de San Ildefonso, a las siete de la tarde. La acompañaban decenas de cofrades y de fieles devotos y el ritmo de su paso lo marcaba la Filarmónica de Jaén “Reina de la Amargura”. El presidente de la cofradía confesaba a este periódico que, a lo largo de su recorrido, para él, “todos los momentos son bonitos”. Pero son, particularmente, hermosos su ascenso por Bernabé Soriano y el paso por la calle Maestra, donde la muchedumbre se arremolina para admirar esta talla de estilo barroco de la escuela granadina de finales del siglo XVIII, que va acompañada de dos borregos.

La historia de la Divina Pastora de las Almas de Jaén destaca por su singularidad y está jalonada de hitos que avivan la devoción “de toda la vida” que le profesa la sociedad local.