La perpetua juventud de la centenaria Luisa García

La mujer, conocida como “la Pitarra”, llega hoy al siglo de vida totalmente autónoma y con una salud de hierro

21 jun 2018 / 10:21 H.

Una de las imágenes más impactantes de la mitología clásica es la de la Sibila de Cumas, que tenía la inmortalidad, pero, con los años, iba encogiéndose. Este no es el caso de la alcalaína Luisa García Canovaca, más conocida como “Luisa la Pitarra”, quien cumple hoy cien espléndidos años. A diferencias de la mayoría de centenerios, que suelen padecer graves problemas físicos, de demencia senil y de falta de memoria, García exhibe una salud de hierro. Vivaracha y habladora, es totalmente autónoma, hasta el punto de que reside sola en su piso de la calle Fernando el Católico y es más activa que muchos jóvenes y no se priva de su paseo diario. Afectuosa y vitalista es muy querida en Alcalá. Pese a no tener descendencia, sus sobrinos y Bibi y Angelitas Muñoz, sus hijastras —aunque el cariño que le profesan elimina cualquier tinte peyorativo del término— están pendientes de ella en todo momento.

“No tengo prisa en pagarte la trampa”. Esta es la frase que, dice, dirige cada noche al Señor, en referencia a su deseo de seguir viviendo y, sobre todo, de hacerlo en tan buen estado como hasta ahora. No conoce un hospital y, salvo por la sordera y alguna leve dolencia gástrica o de cervicales , está perfecta. Ni siquiera se priva de tomar un Actimel diario, las tortas de Charilla y de beber cerveza o coñac cuando encarta. Como anécdota, hace ocho años regaló una muñeca a la nieta de una de sus hijastras, por si no llegaba a la Primera Comunión de la niña. No solo lo ha conseguido sino que, a este paso, podría llegar incluso hasta la boda.

Quienes la rodean dejan entrever que entre los secretos de la centenaria, nacida cuando la I Guerra Mundial no había terminado, están la genética —casi todos sus familiares directos fueron muy longevos—, cuna vida ordenada, una alimentación equilibrada y con mucha fruta y verdura, los paseos diarios —con frecuentes visitas al Santísimo y a la Virgen de las Mercedes— y la ausencia de sobrepeso. La Pitarra es muy presumida, pues controla al detalle su vestuario —hasta se arregla las prendas— y se pinta las cejas, los labios y las uñas. Ella misma se prepara la comida y se encarga de las gestiones con los bancos. Además está al tanto de la actualidad de Alcalá la Real y España y le encanta viajar, sobre todo en avión.

Luisa García, la quinta de seis hermanos, se crió en la calle Abad Palomino —de la Peste— en la familia de un agricultor. Como recuerdo trágico, la muerte de su progenitor en un bombardeo republicano ocurrido en 1938, durante la Guerra Civil. Se dedicó a la costura, como modista de un taller en el que “doce muchachas” estaban a sus órdenes. Confiesa que tuvo muchos pretendientes, aunque acabó casándose próxima a los cincuenta años con “Pepe Luis el de las Telas”. Trabajadora incansable, quedó viuda una década después y se hizo cargo del negocio de su difunto marido en el Compás de Consolación. Pese a no haber ido apenas a la escuela, se maneja relativamente bien con las cuentas, la lectura y la escritura.

La fiesta por su siglo de existencia reunirá, este sábado, a sesenta personas —parientes y amigas, como Gabi Barea, su peluquera— en el Palacete La Hilandera. El domingo, en las Angustias, habrá una misa de acción de gracias por esta incombustible alcalaína.