Lluvia de pétalos y vivas para la Virgen de la Cabeza

Miles de devotos desafían al frío y al agua para reencontrarse con La Morenita

30 abr 2018 / 09:06 H.

En el Cerro del Cabezo, la lluvia esconde un vago secreto de ternura. A media mañana, miles de devotos compartían mirada al cielo para reclamar el fin de un aguacero bravo y frío. Con “La Morenita” como Reina y Señora, ese besar azul sobre la tierra lavó las promesas y renovó el goce de vivir y la esperanza. Y llovió agua, sí, pero también pétalos y vivas a la Virgen durante una procesión que volvió a ser multitudinaria e inolvidable. Y, gota a gota, el manantial gozoso de las emociones se derramó sobre el divino Cerro de las alegrías.

A nadie importó que el último domingo de abril se levantara gris y desapacible en Sierra Morena. Con las primeras luces de la mañana, una legión de peregrinos caminó en dirección al Santuario. “El manto de la Virgen hará que no nos mojemos”, decía una señora en la calzada. Mientras el obispo oficiaba la misa, la lonja se llenó de paraguas. “No os preocupéis que el cielo se abrirá”, repetía uno de los anderos a sus compañeros más jóvenes. Poco después, el presidente de la Matriz de Andújar, Manuel Ángel Vázquez, sembraba la alegría en los corazones al anunciar que la Virgen haría el recorrido largo, pese a que el mal tiempo había obligado a celebrar la misa en el interior del templo y de que afuera seguía lloviendo a ratos. Fue una decisión valiente de la Junta de Gobierno.

Y el “milagro” volvió a producirse en la Romería 790 de la historia. No hay mal tiempo que pueda con La Morenita y con su pueblo de fieles. Ella jamás defrauda y, portada por sus anderos, salió para reencontrarse con sus hijos, a los que jamás falla. Llovió, claro que llovió. Cayeron pétalos sobre el manto de terciopelo verde que cubría la sagrada imagen. Y diluviaron “vivas” a la Virgen, como no puede ser de otra manera en El Cabezo. Y el sol se asomó y el día dejó de ser áspero y feo para convertirse en radiante para muchos corazones. Simplemente, porque la Virgen se acercó a ellos y la pudieron ver de cerca para pedirle protección y amparo.

Pasadas las doce del mediodía, el desfile acabó de conformarse en el interior del templo. Se abrieron las puertas y salieron los primeros estandartes, cubiertos por chubasqueros. Comenzaron a desfilar las 69 cofradías y los siete grupos parroquiales En el interior, María Luisa Guerrero hacía historia. Ella, vicepresidenta de la Cofradía, se ha convertido en la primera mujer fiscal en subirse a las andas para encastrar la bendita talla. La dedicatoria que le brindaron los anderos fue emocionante. ¡Bien bonita que dejó a la Virgen! A su lado, y todavía en el interior, los dos trinitarios, comenzaban a hacer su labor. El alcalaíno Sergio García, miembro de la comunidad de Algeciras, y Manuel García, nacido en Villanueva del Arzobispo y perteneciente a la congregación del Santuario, cogieron entre sus brazos a un bebé de pocos meses. Lo acercaron al manto de “La Morenita”. Radiantes, ambos sonreían, sabedores del honor que supone dar respuesta a las plegarias de tantísimos devotos. La Virgen y el Niño llevaban las coronas del Centenario de la coronación canónica y la Señora de Sierra Morena lucía, también el rostrillo de la Recoronación Canónica de 1960.

Poco después de llegar hasta la lonja del Santuario, el sol se asomó con timidez como un regalo del cielo. No hay tiempo que perder, porque se intuía que el agua no tardaría mucho en volver a aparecer. Con el paso más acelerado que de costumbre, los anderos llevaron a la Virgen hasta el arco y, a las palmas, la mostraron a su pueblo. ¡Qué valiente! Un gesto precioso que enamoró a las miles de personas que desafiaron al frío y a la lluvia y esperaron a la Reina en la explanada.

Poco después, se produjo un fuerte aguacero y fue necesario colocarle el capote a la sagrada talla. También hubo que acortar el recorrido. ¿A quién le importó? La procesión volvió a ser magna y los miles de romeros ya están esperando a que llegue la Romería número 791. Hay un año por delante para que vuelva el último domingo de abril. Entre tanto, la brisa secará los gozosos corazones, que ya aguardan el próximo aguacero en El Cabezo, junto a “La Morenita”.