¿Machismo o una “chominá”?

Polémica por los carteles para diferenciar los sexos en los aseos de un bar

10 may 2016 / 13:42 H.

Unos lo ven como un caso claro de machismo. En cambio, otros creen que no es más que, como se dice aquí en Jaén, una “chominá” —o “pollada” para no herir susceptibilidades—. Sin embargo, no hay duda de que las puertas de los aseos del bar El Puñaíto —en el Paseo de la Estación— se han convertido en un tema de conversación bastante recurrente en la capital y un fenómeno casi viral en las redes sociales.

Fue el secretario de Organización del PSOE de Jaén, Santiago Donaire, el que, el pasado sábado, puso el asunto en el candelero. Escribió esto en su perfil de la red social Facebook: “Servicios del bar El Puñaíto en Jaén, ¿cómo diferencian entre chicos y chicas, machismo? Sí, hoy es la primera vez y la última que voy”. El mensaje estaba acompañado de una fotografía de las puertas de los aseos. Pronto recibió un aluvión de mensajes de apoyo, “me gusta” y muchos comenzaron a compartirlo. Además, algunos también se movilizaron en Twitter para criticar lo que, a su juicio, era una “broma machista y de muy mal gusto”.

El lío está en que en la puerta del aseo de los varones pone “bla”, mientras que la de las mujeres está llena de esta onomatopeya que imita el ritmo del habla. Es decir, transmite la idea de que los hombres hablan poco mientras que las mujeres no paran de hacerlo. De ahí el follón. Los que se han quedado “sin palabras” son los propietarios de este negocio. “No me puedo creer todo este revuelo. Ni tiene maldad, ni nos metemos con nadie. El bar está lleno de alusiones divertidas e, incluso, de escritura hecha con tiza en la pared. Tratamos de innovar para sacar adelante un negocio que pretende ser diferente”, explica Juan Francisco Vega, que es uno de los socios.

Asimismo, continúa: “Me parece alucinante que acabamos de abrir, que tenemos a tres personas fijas y que queremos emplear a otras tres y que se nos acuse de machistas y se invite a no venir al negocio por unas pegatinas divertidas”. Juan Carlos Mendieta —otro de los socios— añade: “Se trata de una iniciativa que vimos en un restaurante de Nueva York y que nos pareció curiosa. También, en la cocina hay unas reglas escritas para los clientes, como comérselo todo, no levantarse de la mesa o que lo que no se coma ahora quedará para la noche. Está claro que son ironías para hacer la estancia más agradable, al igual que un espacio para las fotografías. Nos encanta innovar y vemos injusto que se nos tache de machistas”. No es más que un poco de humor. En su defensa cabe decir que el lenguaje es sinónimo de inteligencia. Si se mira así, las mujeres salen bien paradas. En cambio, otros insisten en que esas puertas para el váter son una auténtica “cagada”.