Máquina de
goles en el fortín
de La Victoria

El Real Jaén se apunta al cuatro en un partido marcado por el buen juego y el debut de Arellano y Juan Carlos

30 oct 2017 / 10:44 H.

De las tantas veces citadas verdades del barquero poco y mucho se podría decir. Poco porque están en la boca de bastante gente y mucho porque, aunque así no lo parezca, no están claras del todo. Siendo ni menos de tres ni más de cuatro, parece que hay acuerdo en que tanto la primera como la segunda son dos afirmaciones ciertas e indiscutibles, de Perogrullo, dice Quevedo. “El pan duro es duro”, afirma la primera, mientras que en la segunda se incluye la expresión casi sanchesca de que “todo saldrá en la colada”, dos juicios de valor tan claros como evidentes. Algo que se aplica al devenir de los acontecimientos cuando éstos se hacen tan inevitables que parece una simpleza enunciarlos y recordarlos. Como aquello que trató de demostrar el profesor Lucas de Valdés en el siglo XVII, que la nieve es húmeda y fria. Una perogrullada, por supuesto, pero así son las cosas.

Viene esta reflexión a cuento de cómo transcurren los asuntos futbolísticos por La Victoria. Con este mismo esquema vital habría que aplicar, pues, a La Victoria, proposiciones como esta: el campo de La Victoria, de un tiempo acá, desde la Tercera División, encierra puntos y victoria. La novedad está en su progresión, en cómo aumenta el buen juego, la distensión deportiva y el número de goles. Si el pan duro es duro, La Victoria es victoria. Una perogrullada de nuevo pero así están aconteciendo los partidos allí jugados.

Y este juego de palabras se confirma más todavía cuando a los cinco minutos el Real Jaén, el equipo de casa, consigue un primer gol dejando más o menos claro de lo que se está tratando. Porque con este gol se afianzaron que, de manera suave pero firme y decidida, dominaron “la primera parte de la primera parte”. Bien es verdad que después, durante unos veinte minutos, los rojillos, (con ese color jugaron los del Rincón) empezaron a dejarse ver, a hacerse notar, pero apenas exhibieron peligro y, sobre todo, sus intentos se rompieron cuando los blancos consiguieron el segundo tanto, con un tiro a puerta de cerca de 35 metros. Impresionante y de confirmación.

El segundo tiempo, que se ha movido con los mismos paradigmas del primero pero afirmando, también del mismo modo, suave y firme, el juego y el partido, ha estado adornado de dos flores de las de campeonato, nunca mejor dicho. Dos goles, que el tópico definiría “de bella factura”, pero que el verso triunfador debe describir con énfasis parnasiano. Dos goles bellísimos en dos jugadas bellísimas. Para exquisitos y sabios en esto del fútbol. Y así, con gran gozo, acabó el encuentro.

En la tercera verdad del barquero ya hay amplia discusión y duro debate. A este le pide un estudiante que le pase gratis y el barquero accede. “Lo que pasa es que, si lo haces, para qué estás aquí”. Y es que no siempre puede evitarse la paradoja como cuando el Real jaén juega fuera de casa, que en broma alguien, como el estudiante viajero, diría, pues para qué va allá.

“Todos los ríos van a la mar y el mar nunca se llena”, dice el Ecclesiastés, en una visión antropológica de cierto realismo. “Al lugar donde los ríos van, allá vuelven a fluir”, insiste. Es el horizonte que tiene ante sí el Real Jaén, que, viviendo como gratis en casa, tendrá que llenar sus viajes donde los ríos vuelven a fluir. Y volver con la bolsa y el bolso llenos.