Más solidaridad en San R oque

Aumentan las familias que llegan al comedor social por un plato de comida

09 ene 2017 / 12:33 H.

En Jaén hay gente que pasa hambre, que tiene dificultades para alimentarse. Una situación dura, pero también real. El Comedor de San Roque da entre ciento cincuenta y ciento setenta comidas diarias. Una de las voluntarias, Yaya Jaque, afirma que, en este último año 2016, descendió el número de inmigrantes, pero aumentaron las familias que acuden por un plato de comida. Para muchas personas, este es el único medio de llevar un plato caliente a casa.

El perfil de los que pasan por el Comedor de San Roque ha cambiado desde que abrió sus puertas, en 2009: de personas sin hogar, transeúntes o inmigrantes a familias jiennenses que, a consecuencia de la mala situación económica, quedaron sin recursos y, lo que es peor, sin perspectivas de conseguirlos. “El número crece mes a mes. Son familias numerosas que vienen a recoger la comida para evitar que los niños tengan que comer aquí y puedan hacerlo en su propia casa, como cualquier familia normalizada”, explica Juan Herrera, párroco de San Roque. Junto con ellos, estos días también se dejan ver por las instalaciones temporeros que trabajan o buscan tajo en la campaña de recogida de aceituna.

Esta importante labor es posible gracias a las decenas de voluntarios que acuden, de forma totalmente altruista, a “echar una mano”. “Y tenemos más jiennenses que esperan que los avisemos. La ciudad es muy solidaria y no nos falta la ayuda afortunadamente. Estamos inmensamente agradecidos con todos los que nos apoyan y prestan su tiempo en favor de los demás, personas que regalan su tiempo y su trabajo para otras que lo necesitan”, apostilla Jaque, quien también destaca el papel esencial de empresas y personas anónimas que aportan un donativo y alimentos tanto perecederos, como no perecederos. “La labor de todos ellos resulta encomiable”, apostilla.

El menú varía según el día: uno o dos platos, zumos, fruta, bollería... Se puede repetir hasta que las personas estén saciadas. Todo gracias a las aportaciones que reciben y a la desinteresada colaboración de los voluntarios que acuden de lunes a sábado para preparar la comida y atender a los participantes. La solidaridad y la generosidad son algo común en este comedor. Se sienten en cada rincón de este espacio, donde todo está perfectamente organizado. Cada voluntario tiene su tarea, va cuando puede. Jaque explica que hacen equipos de diez o doce personas que se afanan en fregar los “cacharros”, pelar patatas, limpiar, poner la mesa y hacer todo lo que sea necesario para que el comedor abra y se convierta en una gran herramienta de lucha contra el hambre, y también una herramienta de cariño y afecto. “Más que comida, muchos te piden que los quieras. Es muy gratificante ver cómo está en tu mano el poder ayudar a quienes lo necesitan”, agrega la jiennense. Además de San Roque, Cáritas Diocesana (en colaboración con la Interparroquial) cuenta en Jaén capital con otro comedor, El Jordán, en el barrio de San Ildefonso donde se ofrecen desayunos y cenas a los necesitados.