Pacientes de El Neveral se quejan de la falta de previsión

Enfermos y familiares declaran que del grifo sale “agua oscura”

14 ago 2017 / 11:24 H.

Dicen que el problema del agua está solucionado, pero a nosotros nos sale oscura, como embarrada, eso no hay quien lo use para limpiarse”, declara Francisco Castro Cruz, paciente de la cuarta planta del Neveral y uno de los afectados por la rotura en la bomba que sufrió el sábado el hospital. “Hay que decirlo bien alto, se tiene que dar la cara ante estas situaciones, porque es indignante que un enfermo tenga que aguantar esta situación en momentos así, cuando no está aquí por placer, ni mucho menos”, subraya.

Castro relata cuando una de las enfermeras le explicó que, a causa de la falta de agua, tuvieron que limpiarle con suero fisiológico. “Me dijeron que lo hacían por necesidad”. El hijo de su compañero de habitación también comentó las complicaciones que habían tenido a causa del incidente. “Estamos en un hospital, debe haber depósitos de emergencia, pero si no están en condiciones, entonces pasan cosas como esta y nunca se debe dar lugar a que ocurra esto”, recuerda Castro, y añade: “No es comprensible, porque las habitaciones están bien, son amplias, hay más tranquilidad que en el Complejo Hospitalario y los pacientes tenemos más espacio, pero hay muchos problemas que dificultan la estancia”. Castro habla de las denuncias que han realizado sobre el servicio de comidas. “Hay plantas cerradas y desde que cerraron la cocina, comer es un caos”, asegura. Recientemente se encontraron en la tesitura de no poder tomar la medicación pues aún no le habían servido el almuerzo, “lo mismo les pasaba a los demás”. También muestra su preocupación si, por alguna razón, el camión del catering no pudiera llegar a tiempo al recinto hospitalario. “Si hay un accidente o pasa cualquier cosa, ¿qué comemos? ¿Quién nos trae la cena?”. Por ello comparte su sentimiento de incertidumbre. “Ahora ha sido el agua, antes la comida, ¿qué será lo siguiente? A saber lo que ocurrirá”, dice.

En la cuarta planta se encuentra otra paciente que prefiere no dar su nombre pero que apoya el descontento de Francisco Castro. Lleva más de un mes ingresada en El Neveral, aunque antes pasó por el Materno-Infantil y el Médico-Quirúrgico. Explica que recibe quimioterapia y, ante cualquier infección, se le recetarían antibióticos, “eso lo complicaría todo mucho más”. Por ello, considera la falta de agua potable “una barbaridad”. “Personal del centro trajo botellas de agua de litro y medio, pero era insuficiente, así que, como la máquina estaba prácticamente vacía —como es habitual—, mis familiares tuvieron que subirlo de Jaén”. Por su delicado estado de salud, debe tener especial cuidado con la higiene, lo cual “en estas circunstancias, es imposible”. Ahora su grifo funciona “bien”, pero declara que lo ocurrido es “un desastre”. “Me dan el alta, pero aquí se queda gente que no está por gusto y el sábado no tenían ni para tirar de la cisterna”. La Delegación de Salud insiste en que el servicio está “totalmente restablecido” y que no han recibido ninguna queja al respecto. Afirman que el “agua turbia” sería algo “puntual”.

“Esta insalubridad es tercermundista”
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“No se podía ni orinar y, con el calor, era una sofocación”. Son palabras de Encarna Liébana Gutiérrez, que tiene a su marido ingresado en El Neveral. “Desde las diez de la mañana estuvimos sin agua, no funcionaba la cisterna, el grifo, nada, era totalmente tercermundista”, asegura Liébana, y añade: “Es muy insalubre, me tuve que lavar las manos con agua de botella, porque no había nada más”. Comenta que hasta las siete de la tarde no se les facilitó líquido y que, sobre las diez de al noche, les entregaron dos botellas más que tuvieron que alargar hasta la mañana. “Es lo que hemos tenido que usar hoy para lavarnos, porque en el baño salía poca y oscura”, explica.

Por otra parte, resalta la “gran labor” del personal sanitario del centro. “Se portaron genial, escuchamos cómo una de ellas hablaba por teléfono y alzó la voz, alterada, porque decía que esto no podía seguir así, que había enfermos y necesitaban agua, que lo arreglaran cuanto antes o lo denunciaba a los medios de comunicación”. Declara que los trabajadores estuvieron muy atentos y preocupados por su estado y que lo sucedido “ellos no pudieron evitarlo, pero trataron de hacer todo lo posible por ayudar”.

Encarna Liébana espera no tener que volver a vivir lo sucedido el fin de semana. “Nos afecta a los familiares, pero sobre todo a los enfermos, que se encuentran de golpe con este tipo de preocupaciones cuando solo deberían centrarse en curarse”.