Puente la Sierra, entre ríos

El Quiebrajano y el Eliche hacen que florezca la flora de la urbanización, lo que provoca que
las temperaturas sean más bajas y los jiennenses vayan hasta la zona en busca del fresco

12 ago 2018 / 13:33 H.

Junto a la corriente del río que baja de la antigua picisfactoría, Lagertha parecía un poco remilgosa. Sentada, observaba como el resto de sus compañeros jugueteaban y salpicaban sin ningún pudor. No parecía muy dispuesta a mojarse. Ella prefería mantenerse al margen, disfrutar de las vistas desde la distancia, del sonido del río y de las conversaciones entre unos y otros. Lagertha es, sin duda, una gata con suerte, pues, al contrario que muchos otros gatos, ella disfrutó del clima y el ambiente que solo Puente la Sierra puede ofrecer gracias a su localización entre la leve corriente de los ríos Quiebrajano y Eliche. Aquí, decenas de personas aprovechan la época estival y las vacaciones para pasear por la urbanización disfrutanto delpaisaje y de la compañía de sus mascotas. Las puestas de sol interminables son el momento perfecto para “lanzarse” a la calle, donde no solo espera el esplendor de la naturaleza, sino también la posibilidad de hacer muchas actividades con las que amenizar los días más largos del verano.

Así, Puente la Sierra se llena, durante estos meses, de jiennenses que van en busca de un lugar donde refugiarse del calor y donde, sobre todo, despejarse y olvidarse de los problemas de una ciudad hecha de cemento. Virginia Martos, junto con su mujer, su hija y unas amigas, fue una de esas personas. Aprovechó una tarde libre en el trabajo para ir hasta el mismo río para refrescarse. Eso sí, tampoco dejaron atrás a sus perros ni a Lagertha, una compañía más que fiel en cada viaje. “Aquí se está muchísimo mejor que en la ciudad, además, aprovechamos para meter los pies en el río y refrescarnos”, comenta. En definitiva, un plan en familia que empezó a las seis de la tarde y continuó hasta la bajada del sol. Esta es una excursión que, según cuenta, suelen hacersiempre que las deja el trabajo. Estas escapadas a la naturaleza son, para Martor, “un gustazo”, sobre todo en un lugar como Puente la Sierra, ya que dice que les pilla cerca de casa y es fácil irse allí por las tades. “Antes, también íbamos a todo lo que es Cañones arriba, pero ya llevamos un tiempo que, como está tan mal el campo y el acceso, no nos metemos. Pero era genial”, expone. Sobre sus compañeros caninos, Virginia Martos comenta que este tipo de actividades hacen que también disfruten muchísimo, ya que se pueden refrescar y desfogar todo lo que quieran en el río. Tanto, que al final, acaban tan agotados que, al llegar a casa, no dan ningún ruido y para Martos esto es “lo mejor de todo”.

Marta García también comparte este momento junto con Virginia Martos. Sin embargo, García confiesa que ella hacía 15 años que no iba hasta este río de la urbanización, ya que, normalmente, suele irse un poco más lejos y más adentro de la sierra. Aunque, como no tiene vacaciones, esta vez se conformó con una escapada a Puente la Sierra. “Hemos salido de trabajar, nos hemos hecho unos bocatas y nos hemos venido a mojarnos, porque aquí se está súper a gusto. Lo estamos pasando genial”, declara. En este ambiente, García se siente mucho más tranquila, así como sus amigas y animales, que pueden corretear en libertad. Acerca de este asunto, García manifiesta: “En Jaén no tenemos parque canino ni ningún sitio donde dejarlos suelos, encima se mueren de calor allí y no tenemos fuentes donde ellos puedan beber. Por eso, cada vez que podemos, intentamos irnos a la sierra”. Asimismo, argumenta que se apuntaría a ir más veces hasta este paraje si las personas fueran más limpias. Asegura que, en el tiempo en el que estuvieron a la orilla del río, observaron que está todo lleno de basura: plásticos, latas, colillas... Algo que le da “un poco de pena”. Por ello, pide que quienes vayan hasta estos lugares tengan “más educación”. “Antiguamente, yo recuerdo que me daban muchísima educación vial, me enseñaban a que no teníamos que tirar cosas al suelo, que teníamos que tener educación... Yo no sé qué hacen los niños o los adultos de ahora”, sentencia y añade: “Esto es de lo poquito que nos queda y tenemos que cuidarlo”.

Mientras esta familia se remojaba en el río, Lola Marchal paseaba junto con su madre y sus hijos por la zona. Vive en Granada, pero en agosto se traslada a la casa de su madre en la urbanización para reunirse con su familia. “Nos lo pasamos muy bien y es lo mejor. Nos juntamos con mi hermana en la piscina y demás y estamos encantados. Además, los niños aquí están en plan salvaje total”, subraya. Marchal aprovecha todas las tardes para pasear y hacer ejercicio al atardecer. Primero, hace una pequeña ruta con su madre que llega hasta el puente que sube a la piscifactoría y, luego, cuando deja a su madre en la casa, da otra vuelta con su hermana por una ruta más larga. Mientras tanto, los niños aprovechan para estar con sus primos y divertirse en la piscina o montando en bici por la zona. Esto, de hecho, es una de las cosas que más disfruta Marchal, ya que pueden pasar el rato en familia. “A lo largo del año solo es trabajar sin parar, y ahora, aunque mi hermana y yo trabajamos por la mañana, tenemos toda la tarde para estar con ellos y disfrutar todos juntos”, asegura.

Pero Puente la Sierra no es solo un lugar donde pasar las tardes más calurosas o las vacaciones. Son muchas las familias que hicieron de esta urbanización su residencia permanente. Este es el caso de Mercedes Bernabéu, quien lleva más de 50 años viviendo en esta zona. Durante todo este tiempo, vio cómo cambió y evolucionó el lugar y apunta: “Cuando éramos pequeños, la vida aquí era mucho más movida, había mucha más gente. Ahora, está mucho más tranquila, no se ve a tanta gente ni chavalería como antes. Pero se está muy bien aquí”. Así, insiste en que no solo es la cantidad actividad la que ha cambiado, sino también el paisaje. Según detalla, antes antes estaba mucho mejor el río, había choperas y muchas más huertas. Teresa de Dios y Manuel Muñoz son, justamente, todo lo contrario, ya que este verano fue la primera vez que la pareja pasó unos meses en Puente la Sierra. Cuentan que fue una gran sorpresa por parte de sus hijos, que alquilaron un chalé en la urbanización de junio a septiembre. De Dios y Muñoz fueron campistas durante veinte años, pero desde que cerraron el camping estaban “un poco mustios”. Por ello, esta sorpresa volvió a alegrarles y es primera experiencia que les resulta encantadora. “Lo estamos pasando muy bien, esto es muy tranquilo y fresquito. Tenemos unos vecinos que no conocíamos, pero nos hemos conocido ahora y estamos muy bien. Los dueños de la casa son muy agradables y tienen una huerta con tomates que están buenísimos. Es muy posible que, a partir de ahora, repitamos otros años”, expresa Teresa de Dios. Desde que llegaron a Puente la Sierra, esta pareja pasó unos días marvillosos en familia con sus hijos y sus nietos. Sin embargo, bromean sobre el día que les dejaron solos en el chalá. “Por fin nos dejaron tranquilos”, dicen entre risas. Y es que, tanta actividad en la casa les deja un poco cansados. “Esto es culpa de los nietos, que quieren estar todo el rato en la piscina”, añade Manuel Muñoz mientras señala lo morena que tiene la cara. Comentan que los niños se lo pasan genial en el agua y que, aunque saben nada, prefieren estar pendientes de ellos. “Y ahí está el abuelo. Yo, que en mi vida me he bañado tantas veces como ahora. Pero disfruto con mis nietos. Eso sí, con un poquito más de secano también estaría disfrutando”, expresa. Justo después, continuaron con su paseo, tal y como la gran mayoría de aquellos que viven en la urbanización Puente la Sierra de Jaén.

Las mascotas también se divierten en la zona
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Los jiennenses no dejan a trás a sus mascotas cuanto se trasladan o pasean por Puente la Sierra. Así, son muchas las familias que eligen caminar acompañados de sus fieles perros por la zona. Entre ellos, estaba Popi, un perro de 14 años que está más que acostumbrado a que le rodee la naturaleza. Sus dueños lo sacan, sin falta, todas las tardes salimos a darle un paseo al perro y aseguran se lo pasa muy bien. Comentan que antes estaba algo tristón, pero desde que llegó a Puente la Sierra está más alegre. Verónica Robles y su familia también decidió darle un paseo a su Jero, un pequeño perrillo cuyo nombre tiene una cursiosa historia detrás. Así, Robles cuenta que el cánido fue un regalo de un amigo Guardia Civil que, como gracia, le puso de nombre Tejero. Sin embargo, a la familia le da algo de reparo presentar a al perro como tal a quienes lo conocen por primera vez, por lo que optaron por acortar su nombre a Jero y quitarse de alguna risa incómoda.