Santi infarta “El Ala Oeste”

Dos veladas mágicas iluminan el cielo teatral de Peal de Becerro

26 ago 2018 / 16:15 H.

E l más jaenero de nuestros actores, el inconfundible Santi Rodríguez, hace pensar en el viejo aserto: “Un hombre vale lo que vale su palabra”. Y cuando Santi la empeña, cada vez que cruza una promesa, sigue la senda hasta el final. En la primavera de 2016, cuando visitó la parte rehabilitada del vetusto y sesentero Cine San Antonio, prometió en público: “Cuándo yo prepare y estrene mi próximo montaje, será aquí, entre estas paredes entrañables”. Y el pasado jueves y viernes dio doble cumplimiento a sus palabras. Cien personas por pase, sin planteamiento comercial alguno, rubricaron la seriedad de nuestro actor insignia.

Casi le duelen los oídos de que le pregunten por qué elige Peal de Becerro (y no la Gran Vía madrileña) para poner a punto, afinar la garganta y contrastar con el público el resultado de varios meses de preparación. Él responde con sencillez y rotundidad: argumenta su vinculación afectiva con el cuadrante suroriental de la provincia. Se remonta un cuarto de siglo, hasta su primera actuación en el cazorleño Teatro de la Merced con “Anfitrión”, pasa por el Festival Internacional de Teatro una década después con el “Ave, Sosias”, continúa con el estreno absoluto de “Queridos cómicos”, en una producción del propio FIT, y extiende sus tentáculos hacia Peal de Becerro, donde el Teatro Rafael Alberti acogió recientemente Cómo en casa de uno, en ningún sitio. La guinda la puso descubrir un espacio intimista, acogedor y con encanto propio, surgido de las entrañas de un cine tan desangelado e impersonal como el San Antonio, cuyo estado ruinoso amenazaba el desplome hace apenas unos tres años.

Fue como retomar la vieja relación, sumándose al listado de accionistas sentimentales del “Ala Oeste”. No ha detenido a Santi Rodríguez el mes de agosto con su canícula, la resaca de la feria, y las vacaciones de media población. “Quiero que sea aquí”, y lo ha sido. Entre amigos, entre gentes imantadas por el teatro. Agítense medio centenar de actores, actrices y técnicos de La Criba, junto con otro medio centenar de modestos mecenas del emblemático espacio, y tenemos casi dos horas de risas y aplausos un jueves agosteño. De emociones encontradas, al comprender que Santi Rodríguez se está riendo de su propia muerte, como el protagonista de All that’s jazz. Al tiempo que hace sonreír, reír, carcajearse al público... Porque la risa es muy sana. Y el viernes 24, tres cuartos de lo mismo, pero mayor emoción si cabe, porque allí están sus padres, esposa, hijas... Sus amigos más cercanos, un centenar de sus personas más queridas. Y el aplauso más largo, sonoro y entregado de los treinta meses de historia de “El Ala Oeste”, engrosa ya los momentos inolvidables. Lágrimas resbalan por las mejillas del protagonista de dos noches de ensueño. Atrás aquel dramático “Infarto” el 27 de julio del 17 en Costa Rica, raíz esencial de este nuevo espectáculo. Lejos la inseguridad de tantas noches de hospital, el actor, Santi, retoma impulso hacia la vida, la alegría de vivir y el rosario de actuaciones que le esperan a partir de ahora: Aranjuez, Zaragoza, Bilbao, Madrid... Peldaños de una escalera de éxito que se antoja imparable desde el aire preñado por la ovación atronadora en la noche del 24 de agosto.

Una vida entregada a las tablas
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El jiennense Santi Rodríguez lleva toda una vida dedicada a la interpretación y se ha convertido en un actor y humorista de los más reconocidos y admirados del panorama nacional. En su faceta televisiva destacó como el mítico frutero de Siete Vidas, en Gym Tony o en Tu cara me suena. Éxitos que ha combinado en el teatro con obras como A mí que me registren, o Cómo en casa de uno..., en ningún sitio.