Una fortaleza capaz de inspirar a poetas y el toreo más clásico

Segura de la Sierra está en fiestas y se nota en toda la comarca. Cientos de personas peregrinan cada día para disfrutar de su feria. Hoy es el momento de la procesión de la Virgen del Rosario y mañana se celebrará otro festival taurino. Esta tierra está considerada uno de los pueblos más bellos de España y esto se nota en cada rincón. La zona del polideportivo era un hervidero de personas durante la jornada de ayer, al igual que la calle principal, que mostraba unas ambientadas casetas. No obstante, la plaza de toros y su espectacular castillo fueron el punto de reunión de varios miles de personas, que salieron de sus casas o acudieron a un festejo taurino que el entorno hace que sea tremendamente especial. La fortaleza de Segura de la Sierra funciona como decorado taurino. Fue construida por los almohades sobre los restos de una vetusta atalaya de época romana y conquistada por los cristianos a mediados del siglo XIII. Fue profundamente transformado por la Orden de Santiago, que situó en él el centro de la Encomienda de Castilla, y que llegó a ser residencia del Gran Maestre de la Orden de Santiago en el último cuarto del siglo XV. En Segura vivió desde que era niño el poeta Jorge Manrique —su padre, Don Rodrigo de Manrique, fue comendador de Segura— y aquí escribió buena parte de su obra. Este pueblo fue también lugar de inspiración para Francisco de Quevedo, del que cuentan incluso mantuvo un amancebamiento con una joven.

La plaza de toros fue un antiguo patio de armas y caballerizas y es una de las plazas de toros más antiguas y curiosas de España. Su alcaldesa, María Esperanza Chinchilla Vizcaíno, destacaba ayer el impresionante ambiente generado por el festejo taurino y el éxito de las fiestas de su municipio. “Viene mucha gente. Segura de la Sierra tiene un marco espectacular y unas personas muy acogedoras. Estamos muy felices de recibir a tantos visitantes”, comentaba antes del inicio del festejo taurino. Sin duda, un municipio espectacular que no deja indiferente a quienes lo conocen.