Familiares y vecinos arropan a la centenaria Carlota Ramos

La mujer, vecina de Santa Ana, homenajeada en una fiesta en su domicilio

23 jul 2017 / 11:25 H.

Un uno y dos ceros, representados en tres números, coronaban las tartas, preparadas por una familiar pastelera, para conmemora el siglo de vida de Carlota Ramos Sánchez. La fiesta en homenaje de esta vecina de Santa Ana se celebró en el patio de su domicilio de la calle La Fábrica. Allí se reunieron parientes y vecinos para vivir tan especial ocasión.

La longeva mujer lleva más de cuatro décadas en la aldea, aunque en natural de Frailes. El motivo del traslado es que su marido, Hilario Díaz Cano —oriundo de la Hoya de Charilla—, y los seis hijos del matrimonio tenían trabajo en los contornos. Ramos lleva viuda desde hace más de veinticinco años y hasta hace alrededor de tres estaba “perfecta”. Sin embargo, una fractura de cadera mermó su calidad de vida. Pese a todo come bien y tiene una salud relativamente buena. Pese a su avanzada edad, la anciana, en ocasiones, continúa lúcida.

De sus seis hijos, todos varones, cinco siguen vivos. Además, del difunto, José, los vástagos llevan por nombre Joaquín, Daniel, Custodio, Juan Luis e Hilario. Carlota Ramos cuenta con numerosos nietos, biznietos y tataranietos.

“Ha sido muy buena vecina, casi como de la familia. Mi mujer y yo nos íbamos a veces de fiesta y les dejábamos a los hijos con total confianza”, explica el santanero Serafín Sánchez. Él, igual que los hijos de la anciana, destacan que siempre fue muy trabajadora y que se esforzó, mientras los demás miembros del hogar estaban en el campo, por sacar adelante la casa. Los santaneros recuerdan el ajoblanco “artesanal” que elaboraba la centenaria vecina, que no dudaba en machacar las habas todo el tiempo que fuera necesario para que la bebida saliera deliciosa. La anciana es recordada como “muy buena persona”.

En la actualidad, dos de los hijos viven fuera del término municipal alcalaíno, concretamente en Barcelona y Gerona. La prole se organiza por turnos y, cada noche, duerme con ella alguno de los descendientes. Los que residen en Cataluña no dudan en volver para, durante varios meses, cumplir con su obligación.