Un amor más duradero y reluciente que el diamante

Manuel González y Amelia Martínez cumplen sesenta años de casados

22 oct 2017 / 11:21 H.

Seis décadas, o lo que es lo mismo 21.900 días, es el tiempo que cumplirán como casados, el miércoles, dos cónyuges alcalaínos, Amelia Martínez y Manuel González. Es lo que suele conocerse como “bodas de diamante”. Sin embargo, la relación va mucho más allá, pues ambos comenzaron su noviazgo siete años antes.

El matrimonio conmemoró la ocasión con una comida a la que asistieron sus allegados, entre los que estaban sus cuatro hijos —Antonio, Manuel, Ana María y Juan Carlos— y sus nietas, que son otras tantas. Presidió la mesa una tarta en la que los esposos se veían radiantes en su enlace nupcial. Los dos consideran que el secreto para mantenerse unidos es haber congeniado bien. “Hemos sabido aprovechar lo bueno del otro y soportar sus defectos”, afirma, satisfecha, Martínez. En su opinión, en el balance de estos 67 años de convivencia pesa más lo positivo que los problemas y escollos surgidos. “Yo trabajaba en una casa, interna. Los domingos salía de paseo con las amigas y Manuel me echó el ojo”, recuerda Amelia sobre la forma en que se conocieron.

La mujer es natural de la aldea de Ermita Nueva, mientras que el marido procede del casco urbano de Alcalá la Real, donde ambos residen actualmente en compañía de su benjamín, Juan Carlos. Buena parte de la trayectoria familiar transcurrió en Francia, concretamente en Saint-Céré, un pequeño municipio del departamento del Lot, en la parte centro-sur del país.

Manuel González primero emigró allí por temporadas, pero en 1967 los cónyuges se trasladaron hasta el territorio transpirenaico, donde permanecieron dos décadas y media, hasta 1992. Aunque al principio no conocían la lengua de Molière, con el tiempo los alcalaínos consiguieron un nivel que les permitió manejarse con soltura en la sociedad de acogida. Amelia fue siempre ama de casa y su compañero trabajó como albañil y, después de un accidente laboral, en el campo. Nunca rompieron sus vínculos con Alcalá la Real, hasta donde volvían siempre que les resultaba posible. Ya jubilados, los dos disfrutan de la calidad de vida de Alcalá la Real. “Nos llevamos tan bien como siempre. Cuando podemos salimos juntos”, indica la mujer. En compañía del más pequeño de los hijos también realizan diferentes viajes a lo largo del año. “Los tres nos ayudamos. Ellos me cuidan y yo les cuido”, explica Juan Carlos, el único de la prole nacido en territorio francés. Cada año, uno de los desplazamientos fijos tiene como destino la nación vecina. Allí residen todavía familiares y amigos y está la tumba del hermano de Manuel González.

A pesar de los achaques propios de la edad, la salud los dos componentes del matrimonio González y Martínez es aceptable. Por ello la intención de ambos es celebrar más años unidos y congregar cada otoño a sus seres queridos y soplar el máximo de velas.