Aldevaran, proyecto que nace dispuesto a cambiar el mundo

Fuerte del Rey, un pueblo que desprende solidaridad. Este pequeño municipio de poco más de 1.700 habitantes acogió la presentación de un proyecto grande, grande de corazón, que nace con objetivo de cambiar el mundo, de aportar su granito de arena y una luz de esperanza en la oscuridad a más de un millón de refugiados africanos que viven en la zona de Sudán del Sur. La Asociación Aldevaran —Alianza de voluntarios para la reconstrucción de África—, se presentó, por primera vez, al público y lo hizo con unos objetivos y retos ilusionantes, la construcción de un hospital central en Yambio con una unidad móvil para proporcionar cobertura sanitaria en campos de desplazados, donde no hay hospitales, ni carreteras, ni colegios ni agua y luz eléctrica. A corto plazo necesitan recaudar fondos para adquirir un vehículo que le permita los desplazamientos en el lugar de actuación, para prestar asistencia sanitaria y formar a la población.

El alcalde, Manuel Menguizo, fue el encargado de abrir el acto. Mostró su orgullo por la elección de Fuerte del Rey para la puesta de largo de tan importante proyecto y, sobre todo, invitó a sus vecinos a que se unieran y colaboraran con el colectivo. “No podemos dejar que millones de personas se mueran en un rincón del mundo. Si mucha gente como nosotros hacemos muchas cosas cambiaremos el mundo”, indicó. A continuación, la oftalmóloga Carmen Peña, natural de Fuerte del Rey e impulsora de la asociación, dio detalles del colectivo. “Llevo ya seis años yendo a África. Después de todo este tiempo te das cuenta donde hace falta la ayuda. Decidimos crear una asociación de voluntarios abierta a todo el mundo y a todas las profesiones”, explicó y añadió: “Aldevaran es como un paraguas que acoge tres sectores: la educación, el agrario y la sanidad, con el objetivo de transformarse en desarrollo, progreso y salud”. Junto con Carmen Peña, otro de los eslabones fundamentales de Aldevaran lo constituye Ambroise Soungouza, un cirujano africano que nació en un pequeño pueblo, en el seno de una familia pobre. Su testimonio emocionó a los presentes. Relató la cruda realidad en la que viven millones de personas cada día y dio una lección: “Un dedo no puede levantar una botella, pero muchas manos sí”, explicó, en inglés.