Día de asueto entre olivares

Vecinos de la pedanía
de Alcalá la Real disfrutan con la fiesta de San Isidro

16 may 2018 / 08:32 H.

Aunque sin la pujanza de antaño, la romería de San Isidro Labrador persiste en las cercanías de la aldea de las Caserías, en Alcalá la Real. Decenas de personas procedentes del casco urbano y de otros puntos del municipio de la Mota y la comarca de la Sierra Sur aprovecharon para disfrutar de un martes en contacto con la naturaleza, este año especialmente radiante gracias a las lluvias, igual que ocurre con las fincas de olivar y cerezos.

Desde temprano comenzaron a llegar los fieles hasta la ermita, situada junto a la carretera A-339 (Alcalá la Real-Cabra), frente al Museo de Alcalá Oliva. Después del repique de campanas, comenzó una eucaristía, oficiada por el sacerdote Francisco Javier Delgado, quien, justo antes, había “dicho” misa, también en honor de San Isidro, en Ermita Nueva. La ceremonia transcurrió bajo la carpa instalada junto a la ermita de las Caserías, un recinto que prácticamente se llenó.

Después, bajo un sol de justicia propio de mediados de mayo, salió la procesión. A las banderas seguían las hermanas de las fiestas, Ana Moyano y María del Carmen Fernández, y otras mujeres ataviadas de gitana. Además, desfilaron el cura; los concejales de Empleo, Comercio y Turismo y Agricultura y Medio Ambiente, respectivamente Eva Bermúdez y Cristóbal Cano; el pedáneo de las Caserías, José Manuel Ramírez, y numerosos fieles. Este año hubo tres carrozas en el recorrido, que llegó hasta el cruce antiguo de Fuente Álamo. La Guardia Civil y la Policía Local se encargaron de la seguridad y la regulación del tráfico. Al término de la procesión comenzó una actuación a cargo del grupo Media Luna y el trío Alba. La ocasión dio pie para que numerosas parejas bailaran. En un receso se entregaron los premios a las carrozas. Por otro lado, Francisco Pulido recibió obsequios, entre ellos un reloj, por su colaboración desinteresada en la organización de las fiestas.

Mientras, los presentes, entre los que había varios concejales del PP, disfrutaban junto a la barra, atendida por el Rincón de Paco. En las inmediaciones de la ermita se preparó un arroz caldoso para más de 250 personas. Por último, hubo una exhibición de la escuela flamenca Salero Andaluz y El Baile de Rosa. Algunas familias mantuvieron la tradición de almorzar entre los olivos. Uno de los elementos que denota cierta decadencia de la fiesta de San Isidro Labrador en las Caserías radica en el hecho de que no hay hermanos para la edición de 2019. También quedó patente la escasa presencia de juventud, algo en lo que también influyó el hecho de que la celebración “cayera” entre semana. El número de cofrades ronda los 130.

La víspera, las actividades consistieron en una eucaristía dedicada a los hermanos difuntos y una invitación, seguidas de actuación de Media Luna. Con motivo de la fiesta se editó un programa. Aparte de los saludas, destaca un artículo del investigador Francisco Martín sobre la historia de la ermita de las Caserías. En el texto desvela que el paraje se conoció como la Moraleda en referencia a la especie arbórea que poblaba el lugar hace siglos, vinculada con la industria de la seda.