Final de año pletórico de fe

La carrera de San Silvestre supera las expectativas de participación

30 dic 2018 / 11:03 H.

Huesa vive la recta final del año por todo lo alto. Ni la campaña de la aceituna, en su apogeo, ni el frío arredran a este pueblo de 2.500 habitantes que, cada mes de diciembre, honra a San Silvestre en las fiestas patronales. Las actividades entran a partir de hoy en sus días más importantes.

Los prolegómenos llegaron con un cuentacuentos en la Casa de la Cultura, el mismo espacio público que albergó las actuaciones de la banda de música Amihuesa y el coro romero Virgen de la Cabeza y de Rocío Molina. El colectivo de discapacitados Cumbre de Poyatos vendió, durante la velada, artículos hechos por su miembros.

Ayer fue una jornada de preparativos. Por ejemplo se repartieron los dorsales para la segunda edición de la carrera solidaria San Silvestre. El alcalde huesense, Ángel Padilla, valora el “ambiente familiar y de armonía, de una tradición centenaria”. También da las gracias a Diario JAÉN por hacerse eco de la celebración y de darle realce con la novedad, este año de las camisetas, ofrecidas por el Quiosco de Perneque —un negocio de la Avenida Primero de Mayo con más de medio siglo de historia atendido actualmente por José Padilla Albadalejo—. Padilla subraya que la carrera urbana de San Silvestre desborda las expectativas, de manera que aunque se esperaban cien corredores se superarán los doscientos. La salida es a las siete de la tarde, con la prueba para niños, con un recorrido de 2,2 kilómetros. La de adultos empieza justo después euros, con 5,5 de trayecto. La iniciativa permite recoger alimentos no perecederos, entregados por los atletas, y donar el dinero de las inscripciones a “ALES”. A la llegada, a la entrada de la iglesia de Nuestra Señora de la Cabeza se encienden los “castillos”, hogueras con simbolismo purificador. Además hay una degustación de cuerva y de sabrosos aperitivos.

Mañana, festivo local, a mediodía es la misa, oficiada por el párroco, José Antonio Mármol, seguida de la procesión. El 1 de enero, con el mismo horario, eucaristía y desfile. Entonces se producirá una de las tradiciones más singulares, la subasta de roscos, con vecinos como testigos, que permitirá recaudar fondos para la parroquia. En las fiestas también se dejan ver los “cargos”, ataviados con uniformes militares del siglo XVIII y que recorren las calles al son de un tambor.