“Gracias a Dios y a la Guardia Civil que no pasó nada al final”

Dos agentes, fuera de servicio, rescataron a una familia atrapada en la nieve

31 ene 2017 / 12:15 H.

Dos guardias civiles, fuera de servicio, cenaban con sus familias en un restaurante de Santiago de la Espada, uno de los núcleos de Santiago-Pontones, en plena Sierra de Segura. Eran las once de la noche del pasado 28 de enero, nevaba, hacía viento y la temperatura estaba en torno a los ocho grados bajo cero. Mientras, en su todoterreno, Marcelino González González, África Torres Torres y la hija más pequeña de este matrimonio, Carmen, conducían desde la aldea de Los Gorgollitos hasta Santiago de la Espada. La nieve les impidió avanzar y, sin pretenderlo, vivieron una auténtica aventura que, menos mal, salió bien. Recibieron la ayuda de dos hombres de verde que lograron sacar a los tres de la nieve. “Gracias a Dios y a la Guardia Civil que no ocurrió nada”, reflexiona.

“A la niña no le bajaba la fiebre, tenía ya 39 y tuvimos claro que había que ir al centro de salud”, recuerda la madre. “No se me va a olvidar en la vida. A las once menos cinco, mi marido me dijo: ‘El coche no va ni para adelante ni para atrás’. Estábamos atrapados”, aclara, sorprendida aún de la pared de nieve que se encontraron en “Despiernacaballos”, una ruta que eligieron, precisamente, porque es más corta. “Llamé a un hombre con el que tenemos mucha confianza, el dueño del restaurante, le dicen ‘El Ponce’, para que nos ayudara”, explica. Al otro lado del teléfono, este segureño dio rápido con la solución. Entre sus clientes tenía a dos guardias civiles y les pidió ayuda. Estos, informaron a sus superiores y a la central de la Comandancia, y fueron al cuartel en busca del todoterreno oficial para llegar hasta Marcelino, África y Carmen. Solo pudieron avanzar unos 300 metros, al toparse con metro y medio de nieve. Tuvieron que ir a pie, en plena noche, hasta el coche, un “paseo” de casi dos kilómetros, alumbrado con linternas. Los dos uniformados y los padres se turnaron para llevar a la pequeña en brazos hasta el vehículo del Cuerpo, donde, por fin, metieron a la chiquilla para que no pasara frío. “El camino se me hizo eterno. La llevamos envuelta con un chaquetón y mantas, pero hacía muchísimo frío, no podíamos aguantar así”, deja claro África Torres Torres. Su esposo y los dos guardias civiles se organizaron para salir de la vía secundaria hacia la carretera A-317, que sí estaba transitable, y, de ahí, al centro de salud. Para evitar que el coche patrulla quedara también bloqueado, hubo que circular marcha atrás, por la senda abierta antes y, en un momento dado, abrir hueco con palas para poder poner el cuatro por cuatro de frente. Finalmente, unas dos horas después, consiguieron que la pequeña recibiera asistencia médica. “Llegamos sobre la una y ya la atendieron”, relata, aliviada y agradecida con la reacción de los miembros del Instituto Armado a los que, por lo pronto, los padres de África, ya han convidado a una cerveza. Son los guardias civiles Jesús Álvaro Samblás y Francisco Javier Carmona, que, como manda en la decimónica Cartilla que les sirve de guía fueron “pronóstico feliz para el afligido”.

“mi hija Me dijo: ¿y el coche?”
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La hija de África y Marcelino, en la imagen con su madre, se recupera, sorprendida con lo ocurrido: “Al mejorar, me preguntó por el coche”. La nevada fue tal, que, hasta ayer, no se pudieron llevar el vehículo, que estaba atrapado.