Un final feliz para Clara
Más de dieciséis horas perdida. Clara, la menor de dos años y medio que desapareció el miércoles a primera hora de la tarde en una granja escuela de Miranda del Rey, en Santa Elena, fue localizada, sana y salva, a dos kilómetros del campamento donde pasaba el verano con sus padres.
La localizó Bienvenido Alcántara, un vecino de La Carolina que tiene una casa en la aldea, justo enfrente de donde estaba la niña. Sobre las siete de la mañana, la escuchó llorar y enseguida dio aviso a un guardia civil destinado en La Carolina que estaba en la zona preparando la batida. Cuando llegaron y vieron que era la menor, la sorpresa fue mayúscula. Un final feliz para una desaparición que movilizó a más de doscientas personas.
Clara ya está con su familia, pero el caso no está cerrado. La Policía Judicial de la Guardia Civil, que estuvo presente durante todas las labores de búsqueda, ha abierto una investigación para esclarecer las circunstancias que hicieron que la niña permaneciera desaparecida durante más de dieciséis horas. No se descarta ninguna hipótesis y deberán aclarar cómo llegó la menor hasta allí. Y es que, participantes en la búsqueda, como el propio Bienvenido Alcántara, aseguran que la tarde anterior ya se rastreó por aquella zona, además de que el helicóptero la sobrevoló. “Lo extraño es que no la vieran antes”, explica el carolinense. Según relata el Instituto Armado, doscientos voluntarios estaban listos para comenzar la batida a las siete menos diez de la mañana. Apenas trece minutos después, la menor fue localizada a unos dos kilómetros de la granja escuela donde desapareció. Concretamente, a doscientos metros del carril que une Miranda del Rey con el campamento Las Nogueras. Al encontrarla, inmediatamente fue trasladada al centro de salud de La Carolina que confirmó que la menor estaba perfectamente. Después, por precaución, se la llevaron hasta el Hospital San Agustín de Linares, donde solo le notaron algunos síntomas de deshidratación. Por la tarde, fue dada de alta porque se encontraba bien.
La desaparición se denunció el miércoles, a las cuatro y media de la tarde, aunque la menor ya llevaba una hora fuera de la granja escuela sita en la pedanía de Santa Elena, Miranda del Rey. Los padres detectaron que la menor, de dos años y medio, ya no estaba jugando con los otros niños. Inmediatamente se activó el dispositivo de búsqueda. Hasta el lugar se desplazaron 49 agentes del instituto armado, dos patrullas motoristas del Seprona, un helicóptero, la unidad canina y la de actividades subacuáticas.
En el momento en que se encontró a Clara, el dispositivo quedó rápidamente anulado y los padres de la menor, vecinos del municipio madrileño de Alcobendas, agradecieron públicamente la ayuda y las tareas de búsqueda realizadas durante la tarde-noche del miércoles a Guardia Civil, Ayuntamiento de Santa Elena, Protección Civil y personal civil voluntario. Después se marcharon hasta la ciudad de Linares para acompañar a su hija en sus exploraciones médicas. La noticia de la desaparición causó una seria y profunda preocupación en todas las poblaciones de la comarca norte de la provincia jiennense. Por su parte, el delegado del Gobierno central en Andalucía, Antonio Sanz, agradeció a los agentes de la Guardia Civil su implicación y eficacia para encontrar a la menor, lo mismo que a todos los vecinos que se volcaron en su búsqueda.
“La niña no tenía ni un solo rasguño”
Bienvenido Alcántara tiene su segunda residencia en Miranda del Rey donde, desde hace treinta años, pasa los veranos. “Después de comprar nos fuimos para casa y al llegar vimos muchos coches de la Guardia Civil, pero yo no sabía lo que pasaba”, relata. Fue su hijo, pasadas las diez de la noche, el que le avisó de que había desaparecido una menor. “Estuve hasta las dos de la madrugada en la piscina a ver si escuchaba algo, pero ya me acosté”. Este carolinense tiene costumbre de desvelarse sobre las seis de la mañana. Entonces se toma un vaso de leche y se vuelve a acostar. En esta ocasión, escuchó como un lloriqueo en el pequeño cerrillo que hay detrás de su casa. “Al principio pensé que era un gato”, relata. Levantó a su mujer y cuando esta le confirmó que era un lloro y que se escuchaba la palabra “mami”, se fue a buscar a un guardia civil. Ambos se dirigieron hasta el lugar y debajo de un chaparro se encontraron a la pequeña clara. “Lo extraño es cómo llegó hasta allí, a casi dos kilómetros del lugar donde se perdió. No tenía ni arañazos ni nada, solo estaba asustada y cuando la tranquilizamos, enseguida se abrazó a nosotros”, concluye.