La Academia despide con honores a la promoción más numerosa del último lustro

El ministro del Interior alaba el papel de la Guardia Civil en el fin de ETA

16 jun 2017 / 11:44 H.

Baeza se volvía a vestir de gala para despedir a la promoción más numerosa de su Academia de Guardias y Suboficiales de los últimos años. Hasta 1.800 alumnos se graduaron en un acto que llenó su Patio de Armas como en las grandes ocasiones. Desde bien temprano, familiares llegados desde media España para compartir este inolvidable momento con los futuros sargentos y guardias esperaban para coger sitio. Desde las seis algunos. Les quedaba por delante una intensa mañana, protagonizada por la emoción de ver a sus hijos desfilar, rendir honores a la bandera, recoger sus despachos y homenajear a los que dieron su vida por España, pero, también, por un sol de justicia. Abanicos y sombreros por doquier no desafinaban con la previsión de la llegada a la provincia de la primera ola de calor del verano. No se equivocaban las previsiones Y, entre tanto, un despliegue de seguridad por toda Baeza que sorprendía a los habituales en estos actos de graduación. No en vano, el Plan de Prevención y Protección Antiterrorista está en nivel 4, el penúltimo en la escala. Pero todo, como susurró uno de los mandos a sus compañeros al final del acto, había salido bien, muy bien.

A partir de ahora, los 1.553 guardias de la 122 promoción comenzarán su periodo de prácticas por toda España y los 247 suboficiales de la 38 promoción, que asumirán nuevas responsabilidades en sus destinos, entre ellos los primeros de ambas promociones, Miguel Jiménez Briz y David Marbán Ucero, respectivamente, condecorados con la Cruz al Mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco. A ellos dirigió su discurso el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, que presidió el acto. Era la segunda vez que visitaba esta Academia en su cargo; en la primera, como recordó, acompañaba al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la Jura de Bandera de diciembre. Zoido pidió a los nuevos guardias civiles que sirvan a España “de una manera ejemplar”, en su misión de solucionar los problemas de la ciudadanía.

vocación. “No olvidéis nunca el motivo que os llevó a querer ser guardias civiles, a dedicar vuestra vida a una profesión de sacrificio y entrega”, añadió. “Queréis estar donde hay problemas, queréis avanzar hacia donde la gente huye y acudís sin dudarlo donde hay necesidad de auxilio y protección. Ser guardia vivil es, ante todo, vocación de servicio y compromiso con el bien común”, destacó. “Pertenecer a la Benemérita es sentir como un gran honor servir a los ciudadanos desde el anonimato cotidiano”, añadió. Y les aconsejó: “No regateéis esfuerzos y que vuestra ilusión suponga un soplo de aire fresco a vuestros compañeros”.

Pero el mensaje que más llegó del ministro en esta mañana de emociones, minutos antes del tradicional acto a los que han dado su vida por España —en el que más de 1.800 gargantas entonan “La muerte no es el final”—, es el papel fundamental de la Guardia Civil en el final de ETA. “Debéis tener siempre presente el legado de quienes dieron todo por defendernos y protegernos”, dijo a los alumnos. “En especial a aquellos asesinados por el terrorismo de ETA, que, en su derrota, tanto tuvo que ver la Guardia Civil”, remarcó. Zoido estuvo acompañado por el director general de la Guardia Civil, José Manuel Holgado, y por el delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, además de, como es tradicional, numerosos representantes institucionales. Estuvieron la subdelegada del Gobierno, Francisca Molina, y la delegada del Gobierno andaluz, Ana Cobo, además del diputado Javier Calvente y las alcaldesas de Úbeda y Baeza, Antonia Olivares y Lola Marín, entre otros.

Tras las cámaras, ya finalizados los actos protocolarios, también se vivieron muchos momentos de emoción, como el reencuentro con los jóvenes guardias con sus familiares. Especialmente significativo fue el que hizo público el ministro del Interior a través de su cuenta de Twitter. Entre los 1.800 alumnos, estaba la nieta de Fermín Garcés que, como recogía Zoido, “ha cumplido su sueño de ser guardia civil”. “La valentía y el compromiso con los demás se llevan en la sangre”, escribía el responsable de Interior. Y es que Fermín Garcés fue el ciudadano que se enfrentó a los etarras que mataron al agente de 25 años José Antonio Pardines Arcay, la primera de las más de 800 víctimas mortales de ETA. Este se integró, más tarde, en el Instituto Armado.

“No seáis testigos mudos de la realidad”
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“Seréis el último bastión de la Guardia Civil, recordad entonces que nuestros conciudadanos esperan mucho de vosotros, de vuestro espíritu de sacrificio, entrega y abnegación”. Era este acto de clausura del curso también el momento de que los suboficiales y guardias recibieran su última lección y correspondió ofrecérsela al director de la Academia de la Guardia Civil de Baeza, Juan Miguel Jiménez, que les regaló estas palabras llenas de experiencia, primero a los suboficiales: “Tened iniciativa, pero que las decisiones que toméis sean fruto de la reflexión y la prudencia con el respeto escrupuloso a la legalidad”, les aconsejó. “El respeto se gana, la honestidad se aprecia, la confianza se adquiere y la lealtad se devuelve”, aseguró. Para los guardias que empiezan ahora sus prácticas —a todos los que han llegado por sus “propios méritos, esfuerzo y constancia”—, les pidió: “No seáis testigos mudos de la realidad que os ha tocado vivir. Debéis relacionaros con la gente, interesaros por sus inquietudes, compartir sus desvelos y ofrecer soluciones a sus problemas, sin constituir jamás parte de ellos.” También tuvo palabras para los familiares, a los que les transmitió el “cariño, admiración y gratitud” de todos aquellos que forman la Academia.

día grande para dos hermanas
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Las hermanas Macarena y Patricia Fernández Bravo, las dos alumnas de la Academia de la Guardia Civil, vivieron una jornada muy especial en el Patio de Armas. Patricia, que superó el curso de suboficial el curso pasado, le entregó el despacho a su gemela. Las dos pertenecen a una familia de una gran tradición benemérita.