La cita con las Ánimas congrega a los devotos

Convivencia en la convocatoria otoñal, cuando la aldea de Baeza se une en torno a Nuestra Señora del Carmen

20 nov 2017 / 09:44 H.

El otoño también es sinónimo de fiesta en la provincia de Jaén. Un ejemplo es la fiesta de las Ánimas, promovida por la hermandad del mismo nombre, en la aldea baezana de La Yedra. Se celebra en el mes de noviembre, marcado desde sus inicios por las celebraciones en honor de Todos los Santos y los Difuntos. La convocatoria supone una reliquia del rico acervo de la religiosidad tradicional del territorio jiennense.

Después de una víspera muy animada en la que decenas de personas se congregaron en torno a la habitual hoguera, la jornada principal se vivió con fraternidad y recogimiento. Se trata de una convocatoria sin estridencias ni alharacas, marcada por la profunda fe. Los actos comenzaron a mediodía. A esa hora, los fieles llenaron el recoleto santuario, una destacada muestra de arte renacentista en la que, entre otras imágenes, se venera a la Virgen del Rosel y el Cristo homónimo de la pedanía.

La eucaristía fue oficiada por el párroco, Jesús Manuel Monforte. La sencilla ceremonia contó con la presencia del coro de la hermandad, que la amenizó con sus cánticos. En el transcurso de la misa se vivió uno de los momentos más emotivos, la imposición de medallas a los nuevos hermanos, algunos de ellos bebés. La eucaristía se aplicó a los cofrades difuntos.

Al término de la homilía comenzó la convocatoria culminante de la programación, el desfile de traslado de la Virgen del Carmen, titular de la cofradía. En un breve recorrido, la comitiva descendió hasta la casa de hermandad, acompañada de responsables de este colectivo; del párroco; el pedáneo, Andrés Torres, y fieles en general. La Policía Local de Baeza se encargó de regular el tráfico en la intersección con la carretera. A las puertas del inmueble, se colocó la imagen religiosa en andas mientras los creyentes entonaban la salve y otras oraciones dirigidas a la Madre de Dios. Colocados en un semicírculo, los componentes del cortejo oraron con respeto. Acto seguido, comenzó el camino de regreso al templo. El grupo subió entre el estruendo de los cohetes. En unos minutos, la imagen estaba de vuelta en el santuario. Como es habitual, los anderos se giraron para dar la vuelta a la imagen que penetró en el inmueble con el rostro hacia la entrada.

Concluida la parte puramente religiosa, arrancó una comida de convivencia en el salón de la casa de hermandad. El número de asistentes al almuerzo fue de 170. El encuentro sirvió para conversar. A pesar de tratarse de una celebración de la segunda quincena de noviembre, este año la temperatura resultó agradable. Entre los presentes en el ágape se encontraban el párroco, el pedáneo y componentes de la directiva de la cofradía, encabezados por el hermano mayor, Cristóbal López. Tanto él como Andrés Torres destacaron el buen ambiente y la armonía que imperaron en un fin de semana muy especial para La Yedra.

La Hermandad de las Ánimas de La Yedra representa una singularidad. Como su nombre indica la función principal es velar por las almas de los difuntos. Mantiene un arraigo destacado en la pequeña aldea. Entre las peculiaridades, sobresale la entrega de una ayuda simbólica —actualmente de cien euros— para costear parte de las honras fúnebres de sus miembros, a los que, además, se dedica una misa un mes después de que ocurra su fallecimiento.

Con unos orígenes que se remontan a varios siglos atrás, el colectivo de la pedanía, mantiene un legado que, en un principio, estuvo ligado a las gentes más humildes de la aldea. Como vestigio de las fiestas de décadas atrás queda el Bodegón, un espacio abovedado sito en el bajo del santuario.