Vocación amasada con miel

Jamila Mouhtadi trae a la ciudad los sabores de la repostería típica marroquí

06 jun 2017 / 11:11 H.

La historia de Jamila Mouhtadi refleja la voluntad de emprender de una mujer que vence a la adversidad con en el ánimo de establecerse lejos de su tierra natal y ofrecer un futuro mejor a su familia. Gracias a su buen hacer como repostera y la ayuda de sus vecinos, e incluso de personas desconocidas, desde el pasado diciembre, Jamila Mouhtadi ofrece a los marteños en su pastelería del mercado de Santa Marta, un compendio de los sabores más tradicionales y dulces de Marruecos.

Mouhtadi llegó hace diez años con el objetivo de acompañar a su marido en la recogida de la aceituna. Dejó atrás a su familia en Casablanca y se estableció en Martos, donde ya tiene dos hijos de corta edad. Con el nacimiento del primero se vio en la necesidad de salir de casa y buscar trabajo para complementar los ingresos familiares. Pese a que en Marruecos obtuvo el título de Técnico Agroalimentario no consiguió la convalidación de sus estudios en España. La necesidad de contar con títulos para cualquier trabajo, cuenta la marroquí, la llevó primero a cursar los estudios de la ESO en la Escuela de Adultos y a realizar diferentes cursos de Formación promovidos por el Ayuntamiento, Cáritas y Cruz Roja.

Siempre con una sonrisa en el rostro, recuerda que las celebraciones de final de los cursos fueron claves en la definición de su vocación como pastelera artesanal. A cada una de ellas asistía con una bandeja de dulces típicos que preparaba en casa y con los que sorprendía a sus compañeros. Siempre le ha gustado la repostería, que trabaja con esmero y minuciosidad “para que entren tanto por los ojos como por la boca”, dice muy alegre. “Los compañeros de curso siempre se quedaban sorprendidos por los dulces que preparaba y me animaban a crear mi propia pastelería”, relata Jamila Mouhtadi.

Igualmente, recuerda con cariño a Pilar, una profesora que vino desde la ciudad de Jaén a una celebración del ampa del colegio San Amador, en la que también preparó una degustación, y que le ofreció ayuda para cuando decidiera establecer su negocio.

“Hace dos años solicité un puesto en el mercado de Santa Marta, pero tardaron casi un año en contestar”, cuenta Jamila. Mi primer y principal problema, dice, fue conseguir el dinero inicial para la puesta en marcha del negocio: “Ya que en un primer momento mi marido no creía en ello y tampoco quise implicar a mi familia en Marruecos”, recuerda Jamila que destaca el apoyo que recibió de su vecina Hayat Kalouki, que además de muchos ánimos también le ofreció los cuarenta euros que llevaba en la cartera para comenzar a elaborar los dulces. “Entonces me acordé de Pilar y venciendo la vergüenza inicial de pedir ayuda a una desconocida, contacté con ella para hablarle del proyecto “y haciendo un gran esfuerzo por su parte, me prestó los trescientos euros que necesitaba para darme de alta y comenzar a trabajar”. Jamila se emociona cuando recuerda la generosidad de esta persona desconocida que desde un primer momento creyó en ella y que con su ayuda animó a su marido a creer en el negocio y participar también en la puesta en marcha de la pastelería con la compra del frigorífico y del horno que necesitaba.

Desde “Pastelería Fátima”, Jamila ofrece dulces típicos de Marruecos realizados a base de almendra y miel, como las galletas clásicas del Ramadán, tartas, diferentes variedades de té, cuscús, pollo relleno y comidas por encargo que hacen las delicias de su clientela. También cuenta con una clientela fiel que acude a diario a desayunar sus tortitas.