La tradición de caminar a paso de tortuga para ver al Apóstol

Sesenta personas participan en la nueva expedición del colectivo senderista

26 ago 2016 / 13:00 H.

Si cuentan los que hacen el Camino de Santiago que la experiencia enriquece a quien lo experimenta al menos una vez en su vida, hacerlo como tradición tiene que colmar la mochila de recuerdos. Tal es el caso de los integrantes de la Asociación de Senderismo La Tortuga, que esta misma semana acaba de culminar su decimocuarto camino.

En esta ocasión, la expedición estuvo integrada por sesenta personas, procedentes de diversos lugares: desde las Islas Canarias a Valdepeñas (Ciudad Real), pasando por Linares, Andújar, Úbeda, Beas de Segura, Madrid y Mengíbar. La ruta escogida para este verano fue la de Muxia-Finisterre-Santiago de Compostela.

Los “tortugas” hicieron unos 110 kilómetros, aproximadamente, repartidos en seis etapas. Sobre el mapa, cuando la asociación definió las diversas jornadas del camino, todo hacía presagiar que el tercer día, con un recorrido de 19,4 kilómetros entre Cee y Olveiroa, sería el más duro, ya que en el comienzo había un ascenso rápido y muy pronunciado, según explica Antonio Barahona del Moral, uno de los expedicionarios. Sin embargo, a la hora de la verdad, la cuarta etapa fue la más demoledora; y no precisamente porque los 20,1 kilómetros entre Olveiroa y Vilaserio supusieran un complicado recorrido, sino por las altas temperaturas que el día 22 de agosto sufrieron los caminantes.

Pero como lo importante es llegar. Una vez entró “La Tortuga” en Santiago de Compostela, los participantes en la ruta quisieron participar activamente en la denominada “misa del peregrino”, celebrada en la majestuosa catedral de la capital gallega, con una lectura del Evangelio, la invocación al Apóstol y las ofrendas.

Ahora cada uno de los “tortugas” vuelve a casa con una riqueza inmaterial indescriptible y que tardarán tiempo en asimilar. Pero, eso sí, regresan llenos de emoción, convivencia y anécdotas, como la de coincidir nada más arrancar el camino con un grupo de senderistas de Jaén capital en el que iba una compañera del colegio Manuel de la Chica, que dirige Antonio Barahona del Moral.

Luego están los recuerdos más personales, esos que los sesenta caminantes de todas las edades (el más pequeño tiene 5 años; el mayor, 78) contarán siempre. Hasta que el año que viene, si pueden, vuelvan con La Tortuga a Santiago para sumar nuevos capítulos a un camino interminable que se ha convertido en una tradición.