Pinceladas de folclore local

21 mar 2016 / 10:38 H.

Mientras los visitantes van y vienen de un expositor a otro, degustando productos típicos de alguno de los 97 municipios de la provincia; sorprendiéndose con las actividades de turismo activo o cayendo fulminados ante la curiosidad que despiertan talleres para todos los gustos, la música y el baile son casi una constante en la Feria de los Pueblos. A lo largo de la mañana y de la tarde, el escenario central es un escaparate de un folclore jiennense en el que, evidentemente, no faltan tampoco puntos de conexión con el resto de Andalucía, con recitales de copla, exhibiciones de baile flamenco o conciertos de música cofrade.

Cada municipio deja un poco de su esencia sobre las tablas de esta Feria de los Pueblos, en la que los grupos, coros, escuelas, asociaciones culturales o agrupaciones musicales participantes son capaces de dejar impresionado al respetable con el fruto de su tesón y de su estudio. Es lo que logró el viernes, por ejemplo, la Escuela de Danza Castañuela, de Villacarrillo, que, junto a una demostración del “bolero” típico villacarrillense, presentó, “por primera vez”, los trajes tradicionales del municipio.

Bailes serranos y exhibiciones de ese patrimonio inmaterial de la humanidad que es el flamenco se intercalan sobre el escenario central con muestras de baile latino y hasta actuaciones de danza celta, como la que ofreció el grupo Danza del Oso, de Higuera de Calatrava.

La música y el baile están intrínsecamente ligados a la existencia del hombre. Son formas de expresión que tocan el cuerpo y elevan el alma, como dirían los filósofos dualistas, y no hay municipio que se precie sin, al menos, un grupo de danza, en cualquiera de las variantes que existen, o un coro. De norte a sur y de este a este, casi todos los pueblos de Jaén están presentes en esta feria de la diversidad, de la singularidad y del “ser jiennense” con una muestra de su folclore tradicional. Y, aunque las exhibiciones se suceden sobre las tablas del Palacio de Congresos, es difícil no reparar en la belleza de esos trajes típicos, en el movimiento de cuerpos que cimbran al ritmo de la música o de voces que entonan como ángeles del Cielo.