Pueblos hermanados por los iberos y el mar de olivos

Peal de Becerro formaliza su unión con el pueblo de Calaceite

04 nov 2018 / 11:18 H.

Qué tienen en común dos pueblos situados a unos setecientos kilómetros? En el caso de Peal de Becerro y Calaceite (Teruel) los nexos son más fuertes que la distancia geográfica. Las dos realidades que tienen el municipio andaluz y el aragonés son, por un lado, el legado ibero y, por otro, la oleicultura.

Los pealeños estarán eternamente agradecidos a un calaceitano ilustre, el arqueólogo Juan Cabré, quien vivió entre 1882 y 1947, y fue fundamental para que las tumbas principescas de Toya y Hornos se declararan Bien de Interés Cultural. Los monumentos, descubiertos a principios del pasado siglo por un agricultor. Cabré estudió hace justo cien años unas construcciones ibéricas, datadas entre finales de quinta centuria y principios de la cuarta antes de la era cristiana.

Peal recibió una delegación formada por doce representantes de Calaceite, con el alcalde, José María Salsench, al frente, y siete familiares de Juan Cabré, que se remontaban a cuatro generaciones, es decir, hasta tataranietos. La presencia en el municipio de la comarca cazorleña era la devolución a la visita cursada por autoridades pealeñas, hace unas semanas, al pequeño pueblo de la comarca turolense del Matarraña. La recepción a los huéspedes fue el viernes por la tarde, con la alcaldesa anfitriona, Ana Dolores Rubia, a la cabeza. Primero, los forasteros se desplazaron hasta la cooperativa La Encarnación, donde, de manera simbólica, pulsaron el botón en la inauguración simbólica de la campaña oleícola, pues ya se trabaja en la extracción temprana de “oro verde”. Después presenciaron la obra teatral “La vuelta de Nora”, con entrega de un merecido premio a la actriz Aitana Sánchez Gijón.

Ayer por la mañana hubo una visita al centro de interpretación y la cámara de Toya, con presencia de Pilar Palazón y otros expertos en arqueología. El acto central del hermanamiento tuvo como escenario el mirador Juan Cabré, en el anfiteatro de las Torres. Se descubrió una placa en la que se lee: “Calaceite y Peal, pueblos hermanados”. Luego llegó el intercambio de regalos. Los visitantes entregaron un cuadro de la Plaza del Ayuntamiento y se llevaron un olivo. Hace dos semanas, en tierras de Teruel, los pealeños acudieron con una puerta íbera y se trajeron un candelabro. Entre los presentes en la ceremonia se hallaban el director general de Bienes Culturales, Marcelino Sánchez, y Manuel Molinos, responsable del Instituto de Arqueología. En los discursos quedó plasmada la emoción y la buena sintonía entre los dos pueblos.

La jornada acabó con dos citas repletas de carga simbólica. Por un lado, la noche se iluminó con miles de velas. Por otro lado, hubo una visita a la cámara sepulcral, alumbradas por antorchas. El hermanamiento culminado ahora fue respaldado por acuerdos plenarios por unanimidad de las dos corporaciones.

Una iniciativa que tendrá continuidad en el futuro
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José María Salsench mostró el agradecimiento de la delegación de Calaceite y de familiares de Juan Cabré por el trato dispensado en Peal de Becerro. “Han sido unos verdaderos anfitriones. Estamos encantados y, por supuestos, todos quedan invitados a ir al municipio calaceitano, donde serán bien recibidos”, manifestó.

La alcaldesa pealeña responde a su homólogo del Bajo Aragón con palabras en las que deja patente la sintonía entre los dos pueblos. De hecho, están de acuerdo en que la propuesta tendrá continuidad, a través de actividades culturales y de ocio todavía por concretar.

La huella indeleble de Juan Cabré continúa en los dos pueblos. En su casa natal calaceitana todavía reside una sobrina del arqueólogo, verdadero referente de la puesta en valor de la cultura ibérica por toda la fachada mediterránea.