Gran éxito del ciclo de ponencias

Diego de los Cobos, miembro clave de una familia de mecenas del Renacimiento

30 oct 2016 / 10:26 H.

La ciudad de los Cerros fue la sede de un ciclo de conferencias organizado por el Instituto de Estudios Giennenses (IEG) y la Diputación Provincial de Jaén, en colaboración con la Administración local y la Asociación Úbeda por la cultura, con motivo del quinto centenario del nacimiento de Diego de los Cobos y Molina.

La cita giró en torno a la figura del obispo Cobos ha despertado mucho interés tanto entre los ubetenses como en el resto de la provincia, puesto que la sala Julio Corzo del Hospital de Santiago se quedaba pequeña para acoger a todas las personas interesadas en conocer diferentes aspectos relacionados tanto con la vida como con el mecenazgo realizado por Diego de los Cobos y Molina.

El ciclo de conferencias se extendió del 17 al 28 de octubre, y contó con la presencia de historiadores del arte de primer nivel como Pedro Galera, Adela Tarifa, Francisco Javier Ruiz, Francisco Juan Martínez, José Manuel Almansa o Arsenio Moreno. A través de sus ponencias, los asistentes pudieron conocer la vida y obra del obispo, su relación artística con Andrés de Vandelvira y la mentalidad, sociedad y política durante el siglo XVI.

El colofón a las actividades celebradas por la efeméride del nacimiento de don Diego de los Cobos se realizó en sábado, a las 11 de la mañana, una ruta guiada por el Hospital de Santiago, obra promovida por el obispo. La visita fue dirigida por Francisco Javier Ruiz Ramos, historiador del arte y miembro del colectivo Úbeda por la cultura. Entre otros temas, durante la visita se habló del desaparecido retablo, la intervención higienista realizada a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, además de explicar a los presentes cuales fueron las fases constructivas, como la planta innovadora por parte de su arquitecto, Andrés de Vandelvira, o resaltando partes importantes que hacen del Hospital de Santiago un edificio único.

Asimismo, indicó Ruiz Ramos que este emblemático edificio en su época desarrolló una triple función. La primera era asistencial, para acoger a los enfermos de peste, además de servicio funerario y eclesiástico y, por último, una función áulica o palaciega, donde el obispo tenía su residencia.