La “Chiquitilla” ya está en su casa

Los devotos a pie, a caballo y en carroza reciben a la Virgen de Guadalupe

03 may 2016 / 11:30 H.

La Santísima Virgen de Guadalupe fue recibida, en los alrededores del llamado Molino de Lázaro, por José Joaquín Arándiga Navajas. Con este emocionante acto terminaron dos días de romería, vividos intensamente por los ubetenses. Los hermanos de la Real Archicofradía de Nuestra Señora de Guadalupe realizan un gran esfuerzo para que las distintas actividades programadas sean del gusto de todos los asistentes a la misma. La jornada comenzó, alrededor de las nueve de la mañana, tanto en la pedanía de Santa Eulalia como en la ciudad ubetense. En el anejo, el comienzo del nuevo día se disfrutó de un desayuno campero a base de migas cortijeras, vino y papajotes con chocolate. Mientras, a esa misma hora, en la ciudad de Los Cerros, las carrozas de diferentes colectivos y cofradías, junto a los caballistas, partían desde la Plaza de Andalucía y ponían rumbo hacia la aldea.

En Santa Eulalia, a las diez de la mañana, se procedió a la entronización de la patrona y alcaldesa perpetua de la ciudad, para posteriormente celebrar la santa misa, que estuvo cantada por el Coro Rociero Aires de La Loma. Una vez concluida la eucaristía, llegó la ofrenda floral de los romeros, junto a otros fieles y devotos de la Chiquitilla del Gavellar. Al filo del mediodía, las carrozas y caballistas mostraban sus respetos ante la imagen de la Virgen.

Con la apertura de las casetas y chiringuitos, comenzaron unas horas dedicadas al disfrute y la convivencia en la aldea. Ya, a las cuatro de la tarde, y ante la imagen de la Virgen de Guadalupe, los devotos rezaban el santo rosario, para que, una vez concluido, sobre las cuatro y media de la tarde, la Virgen de Guadalupe dejara la pedanía para dirigirse a Úbeda. Antes de ser recibida por José Joaquín Arándiga, la patrona, al filo de las siete de la tarde, se acercó a la entrada del Cementerio Municipal de San Ginés, donde se procedió a rezar una oración por el eterno descanso de los que allí descansan. En el Molino de Lázaro, Arándiga reconocido “guadalupano”, que es como cariñosamente se conoce a los devotos mariano de la Virgen de Guadalupe en la ciudad, dio la bienvenida a la Chiquitilla. No faltó en su recibimiento recuerdos para los devotos que ya no se encuentran en este mundo. Tampoco olvidó sus primeras romerías y aquellas “conversaciones” mantenidas con la Madre, para hacerle partícipe de todas sus alegrías y tristezas. Una vez acabado el saludo, comenzó la procesión de la Santísima Virgen de Guadalupe que, acompañada por las romeras mayores, damas de honor y demás romeros, desfiló por la carretera de Vilches, la Torrenueva y calle Trinidad para llegar a la iglesia de la Santísima Trinidad. Durante todo el recorrido, Nuestra Señora de Guadalupe, junto a la comitiva, estuvo acompañada por la Banda de Cornetas y Tambores de la Agrupación Musical Santo Sepulcro de Sabiote. No le faltó a la Virgen la tradicional lluvia de pétalos y los vivas que salieron de las gargantas de los vecinos y que fueron lanzados al aire en forma de cohetes. Con buen sabor de boca, según los participantes, concluye la romería ubetense, que es una de las fiestas más queridas por los vecinos de la ciudad Patrimonio de la Humanidad.