Una gran marca surgida desde la base en la almazara

Aceites Cortijo la Torre es fruto del esfuerzo de una familia empeñada en buscar la calidad

05 dic 2018 / 11:16 H.

Más del 90 por ciento de la aceituna de Aceites Cortijo la Torre S. L. es de producción propia, aunque siempre le compran a algún cosechero vecino alguna partida concreta. La finca, que desde el siglo XIX se la conoce como Cortijo la Torre, se encuentra muy próxima a Escañuela y pertenece al término municipal de Arjona.

El nombre lo toma de Francisco Serrano, duque de la Torre, quien fue primer ministro de Isabel II, conocido también como el general Serrano. Una parte de la finca fue adquirida, en 1982, por el empresario Juan Bueno. Incluía la casa-cortijo, los ruedos y la fábrica de aceite que está por debajo del cortijo. En sus comienzos, la finca estaba bastante dejada, con la fábrica en ruinas, con los tejados caídos... Juan Bueno deseaba tener una fábrica de aceite propia y empezó a molturar con las prensas antiguas y los ruedos de granito. Durante los primeros cuatro años el aceite salía con una calidad pésima. Hasta que se fueron sumando al proyecto el resto de miembros de la familia y decidieron modernizar las instalaciones. La evolución fue apoteósica. Sobre todo a partir de 2000, cuando se hizo una firme y decidida apuesta por la calidad.

Hoy la fábrica mima su producto estrella: el Aceite la Torre Premium, que ha conseguido los más importantes premios internacionales y, en 2016, estaba incluido entre los 10 mejores aceites del mundo. Hoy, la marca atesora un centenar largo de premios nacionales e internacionales. Durante varios años consiguió el Jaén Selección, fue galardonado por el Ministerio de Agricultura y tres veces premiado por el Consejo Oleícola Internacional. También fue premio en Japón, Canadá, Los Ángeles, Nueva York, Francia, Italia... Posee el Terra Olivo de Israel. En Italia tiene 96 puntos sobre 100 de la exquisitez y, en 2017, consiguió el premio al Mejor Aceite en la relación calidad-precio en el ámbito mundial. Un bagaje de prestigio que hace que los más afamados chefs, incluidos bastantes restaurantes del País Vasco, reserven partidas de este aceite picual.