Y el Aguascebas lo resucitó

Celebran el tradicional entierro del alcalde, una curiosa fiesta con aires tétricos pero con un gran ambiente

25 jul 2018 / 08:15 H.

Es un entierro, pero el muerto está muy vivo, como rezaba la popular película. Un año más, Mogón espantó con buen humor el “yuyu” y celebró la que, muy probablemente, sea la fiesta más original de cuantas se viven en todo el país. El entierro del alcalde volvió a reunir a cientos de vecinos y visitantes que se sumaron al cortejo fúnebre para completar un “vía crucis” tabernero por todo el pueblo antes de que, como cada verano, las frías aguas del río Aguascebas obraran el milagro de resucitar al joven político.

De esta forma, Mogón vivió su entierro del alcalde, una curiosa tradición que halla su origen a finales de los años 80. Fue por aquellos entonces cuando el alcalde pedáneo, agobiado de trabajo con los preparativos para las fiestas patronales, exclamó aquello de “ni muerto me vais a dejar tranquilo”. No se murió, ni seguro que lo dejaron en paz hasta que no pasó la feria, pero lo que no se sabe es cómo, de esa broma, llegaron a celebrar ya por aquella época su entierro con ataúd y plañideras incluidos. Tiempo después, con los sucesivos cambios de gobierno local, la tétrica fiesta dejó de organizarse, pero hace ahora siete años volvió con más fuerza para despertar el interés más allá de esta encantadora población que es puerta de la Sierra de Las Villas.

Así, en esta preferia —celebran las fiestas de San Vicente Mártir del 16 al 19 de agosto—, por séptimo año consecutivo, el concejal de Anejos de Villacarrillo, Jesús Pérez, volvió a protagonizar su entierro — lo hizo durante cuatro ediciones, como le correspondía como alcalde pedáneo de Mogón, y tres como edil, ya que su sustituta rehúsa el “privilegio”—. El velatorio del finado se celebró en el Centro Municipal. Hasta allí llegaron la desconsolada viuda, enlutados amigos y la banda de cornetas y tambores. El cortejo, con coche fúnebre incluido, partió su recorrido en torno a las diez de la noche por el Paseo de la Alameda. El alcalde, en el interior del ataúd, perfectamente amortajado, fue llevado a hombros por sus familiares y amigos. La comitiva paró, uno por uno, en todos los bares de la zona para ahogar sus penas y refrescar el sofoco. Entre tanto, disparos de cohetes y más vecinos dispuestos a mostrar su duelo por el joven político fallecido. Ya en torno a la medianoche, el cortejo llegó a las orillas del Aguascebas, a la piscina natural de Mogón. Allí, los amigos del alcalde arrojaron su “cadáver” a las frías aguas del río. Y, una vez más, resucitado, salió a flote entre los aplausos de las cientos de personas que se arremolinaban en cada lado. El alcalde había resucitado. Tendrá que organizar, de nuevo, las fiestas.

Asimismo, como novedad, la recién creada Asociación de Vecinos de Mogón organizó la primera Muestra Multisectorial, que contó con la presencia de veintidós expositores con miel, cuero, manualidades, cosmética, alimentación, antigüedades y hortalizas, entre otros productos.