De Koldo a Trump

Los votantes suben a los altares a los mediocres. En España un presidente que miente dos veces al día encarga a Ábalos el control de la adquisición de mascarillas durante la pandemia. El elegido se dota de una pantalla protectora en forma de gorila y portero de puticlub por si la trama que se urde falla y algún escudero debe tragarse el marrón. Una ley no escrita en los partidos advierte que las mierdas se las come el escalón de más abajo para salvar al jefe. Aún así Sánchez se ventiló a Ábalos porque debía conocer sus andanzas. Pero el silencio se compra con un obsequio en forma de escaño. Hasta que Koldo empieza a comprar pisos en Benidorm, Aldama coches de lujo para llevar a Ábalos a recoger el equipaje de Delcy, Francina paga mascarillas falsas sin reclarmar y así hasta el mismísimo Sursum Corda. La ciénaga pestilente en que se ha convertido la vida política en España revela una sintomatologia putrefacta. Necesitaría medio periódico para nombrarlos. Desde Juan Guerra hasta Koldo pasando por centenares. Mientras, la gente se moría a miles en la pandemia, los vivos se siguen levantando a las siete, los jóvenes emigran, la vida sigue y Puigdemont amnistiado. Hay quién dé más.