Distancias mentales

    29 abr 2024 / 09:32 H.
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    Dostoievski escribió en su libro “Crimen y castigo” que los techos bajos, al igual que las habitaciones estrechas, achican el alma y la mente. Es curioso que, conforme mayor sea el tamaño de la ciudad, menor será el espacio en el que habitas; allí donde te encuentras contigo mismo, en los momentos en que te permites pensar y hablar de forma diferente. De cualquier modo, son esas enormes urbes las encargadas de fagocitar en largas horas de metro y condiciones laborales deplorables las ganas de vivir. En un momento en el que muchas personas tienen que conformarse con compartir un apartamento, poco importa si los libros se amontonan en una esquina, o si la ropa está a plena vista; y es eso precisamente lo que se consigue con la precariedad en la vivienda, hacer que la intimidad sea un reducto de otros tiempos mejores, que nos convirtamos en personajes del “Lazarillo de Tormes”, que pueden visitar cada fin de semana un nuevo bar pero no tienen dignidad en los bolsillos. Si no pedimos estancias más grandes, cada vez será menor la distancia entre las necesidades básicas y el deseo, cada vez quedará más lejos el control de nuestra vida.

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