El rastro del dinero

19 abr 2024 / 10:34 H.
Ver comentarios

A finales de diciembre del año pasado, hace apenas unos meses, dimitieron el viceconsejero de Salud de la Junta de Andalucía, el malagueño Miguel Ángel Guzmán, y el gerente del Servicio Andaluz de Salud, el SAS, el granadino Diego Vargas. Los escándalos en la sanidad andaluza llevan el marchamo del dinero. Ya sabemos que murió Spiriman, aquel señor que sospechosamente sirvió como palanca para atacar como un martillo pilón al gobierno de Susana Díaz, y que le hizo no poco juego a la derecha... Algo huele mal en Dinamarca, rezaba una famosa frase de una no menos famosa obra de teatro. Un dinero —por otra parte— muy católico y muy rociero, muy de Feria de Abril y muy devoto, cómo no. Me quiero remitir a que la sacrosanta Junta de Andalucía del colega Juanma Moreno Bonilla ha aprobado recientemente otro plan millonario de subvenciones hasta 2026 para hermandades, cofradías e Iglesia, porque están muy necesitadas. En pocas palabras, seguir el rastro del dinero significa investigar ciertas transacciones financieras, fluidos crematísticos, flujos de billetes, corrientes lucrativas, etcétera, y usarlas para extraer información o evidencia de un posible delito, que en este caso del exviceconsejero es más que presuntamente susceptible de haber incumplido la ley, aunque el que hace la ley hace la trampa. Todo se ha vuelto una cuestión de dinero. O siempre lo fue, qué duda cabe, pero en estos tiempos que nos ha tocado vivir nadie pone en cuestión que el lodo sigue siendo lodo aquí y en la Cochinchina. Así que recordemos, para los desmemoriados lotófagos, los comedores de loto, o para aquellos que beben las aguas del Leteo, que a la postre es igual, pues ambos sistemas provocan olvido: hace menos de un año, según los datos que la Junta remitió al Ministerio de Sanidad, había más de un millón de pacientes pendientes de una operación o de una cita con el especialista, 50.000 llevaban más de un año esperando una intervención quirúrgica, y 45.000 habían rebasado el plazo legal establecido por el SAS para operarse. Aquí hay que persignarse. Casi un 300 % más de los que había un año atrás, es decir, en 2022. Y aquí santiguarse. Como es bien sabido, el SAS, bajo el influjo directo de Guzmán, adjudicó a dedo, durante los años de la pandemia, o sea, sin concurrencia competitiva ni publicidad, decenas y decenas de millones de euros a clínicas privadas para derivar pacientes, operaciones y pruebas diagnósticas, acogiéndose al procedimiento de emergencia... Y justo poco tiempo después, no precisamente Guzmán el bueno, el famoso militar y noble leonés, fundador de la casa de Medina Sidonia allá por el siglo XIII, nuestro amiguete Guzmán dimite y pretende fichar por la aseguradora Asisa, para incorporarse como director médico. Lo explico de otro modo, para los que no lo hayan captado: Asisa fue una de las grandes beneficiarias de esos contratos lucrativos que él mismo dio. En concreto, le asignó también por el método infalible del dedazo 44 millones de euros, ahí queda el dato. Luego dirán que miento, que uso números falsos, que todo esto está por comprobarse o qué sé yo. Pero esto es de guante blanco, puertas giratorias que la derecha permite para que el negocio marche viento en popa, y quien no me crea que lo compruebe o que vaya y pregunte. Que se informe. Igual que son el rastro del dinero, también lo son de corrupción.

Articulistas