La ventana

    28 abr 2024 / 09:32 H.
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    Las piedras blanquecinas iluminaban el camino bajo el frescor de la madrugada. Los primeros días de la primavera estaban pasando con sol y el verdor de los montes era ya evidente. Mientras la luna llena nos vigilaba, nosotros caminábamos despacio asegurando los pies antes de dejar caer la pierna, so pena de caer por el terraplén sin tener donde agarrarse. El objetivo era llegar a casa antes de que amaneciera para empezar el día como si nada hubiéramos caminado. Como si no hubiésemos salido en la noche. Tranquilamente, entramos al pueblo ya despuntando el amanecer. Al parecer nadie nos había visto. Con los años descubrí que el fracaso de nuestra relación empezó en aquella pequeña ventana entreabierta, que se cerró al escuchar nuestros pasos y ver los besos de despedida. No sé si tú o yo, pero uno de los dos era importante para aquella ventanuca. A ti te quería, a mí me envidiaba. Pensaba el ventanuco que me querías. Si hubiera sabido la verdad no habría sufrido tanto en tantas madrugadas de luna llena. Nosotros seguimos saliendo escondidos sobre las piedras blancas hasta que el Sol se hizo mayor y nos dejó a oscuras al amanecer. Siempre pensé que detrás de la reja estaba él. El Sol. Con los años supe, adiviné, que lo que tú pensabas era que tras la pequeña reja estaba él. El otro que no era yo. Por eso la sonrisa aparecía en tu cara al amanecer de cada noche de luna llena y blancas piedras.

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