Memoria de silencio

    20 feb 2024 / 10:28 H.
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    Acabo de leer el libro póstumo del genial Jesús Quintero, un libro que reúne lo mejor de su trayectoria con reflexiones inéditas, textos biográficos, sus grandes entrevistas y una emotiva despedida de las dos hijas de aquel padre imperfecto que resultó ser en vida. A veces se echa en falta ese periodismo único que él defendió siendo loco en la colina, raro como un perro verde, listo como los ratones coloraos, antídoto de la ignorancia y micrófono dorado que desnudaba el alma del entrevistado con su silencio. De porte bohemio y elegante, fue el vagamundo que se ganó el respeto de la profesión pese a su, a veces, errática trayectoria de grandes proyectos culturales que devenían en ruina económica. Siempre nos quedará su arte seductor, la palabra etérea sostenida por la complicidad con el interlocutor, ya fuera humilde o famoso, porque lo importante era elevar la dignidad humana por encima de su contradicción. Ahora toca el olvido de sus queridos hijos de puta de la telebasura y el recuerdo de la inmensa minoría que pensamos que ante el arte de Quintero solo quedaba ponerse el mundo por montera y acabar por quitarse el sombrero. Descansa en tu colina querido loco.

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