Tardes de toros

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Se avecinan días de toros. Un tema candente que siempre se discute con ardor y fuerza por sus muchos aficionados y la belleza que en sí encierra este espectáculo. Pero todo tiene su doble cara en la vida y muchas voces se levantan pidiendo su cambio o su fin. ¿Toros sí o toros no? Al final de la disputa y el apasionamiento todos quedan en su paz. La razón se diluye como la sal en el agua y se calman los ánimos y hasta más ver... Pensamos por siempre que el hombre tiene que brillar y ganar ante la fuerza bruta del animal. Una disputa bonita, caliente, donde la maña, el arte y la inteligencia brilla entre florituras y engaños y vence el más débil ¡el hombre! Una fiesta que apasiona, que domina y enardece los ánimos. Que tiene miles de seguidores aquí y en otros muchos lugares del mundo hasta donde se ha extrapolado este arte. Es nuestra Fiesta Nacional por antonomasia. Comprendo que es arte y una forma de vida entre otras muchas familias. El mundo del toro genera riqueza. Empezando desde ganaderos hasta el mozo de mulillas y arrastre más modesto en la plaza. Pero ahora pensemos en el toro. Es cruel verle sufrir, movernos ante el raciocinio de que es una vida. Un ser vivo que siente y padece. No es un juguete ni una máquina. Pensémoslo sin apasionamientos.

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