La alegría innata del Carnaval
Remate del Carnaval con la provincia en ebullición y ganas de compartir alegría > Tras la pandemia, cualquier excusa en buena para divertirse > Por fortuna, más que Halloween
Hay tiempo para todo, ya lo dice el refranero convirtiéndolo en oro y elevándolo a lo más sublime: “Aprovecha el tiempo que vale el cielo” y es en estas, muy especialmente tras la pandemia, cuando se ha producido un cambio de mentalidad antes no visto. Hay fiesta por todo y para todo, se sale más que nunca (aunque los bares digan que no se consume tanto) y la sociedad jiennense ha hecho suya la calle, en el sentido literal de la palabra. No hay fiesta más pagana que la del Carnaval, fiesta que en su esencia lo permite todo y que ha derivado en un negocio redondo para los “chinos” y una estampida de colores y trabajos manuales de las AMPAs en los colegios. Disfraces para evadirnos y pasarlo bien, las calles que se colapsan con desfiles y música y una sociedad que entiende que “el tiempo es oro” y no se puede quedar en casa. “Carnem lavare”, quitar la carne, es la traducción del latín de una fiesta popular con raíces profundas en la provincia de Jaén, en las que sobresalen La Carolina y Torreperogil y donde la capital intenta emerger del tsunami festivo que fueron los 80 y se dejó moribundo.
Es el Carnaval la fiesta donde todo está permitido, precede al recogimiento de la Cuaresma, aunque este año por las lluvias del fin de semana pasado se hayan aplazado para vivirlo a lo grande. Este cronista repite que la pandemia nos trajo una lección de vida, que para mañana podíamos dejar pocas cosas y la que sigue siendo inexcusable es la de la diversión, la calle y el encuentro con los amigos. Nunca está de más, ya nos lo legaron los romanos “carpe diem”, vive el momento, y es por todo ello que vivan donde vivan serán testigos de una alegría colectiva muy a tener en cuenta, porque el Carnaval ya es mayoritario en pueblos y ciudades, comunidades de vecinos y pubs, incluso las residencias tiene su chispa. Es, además, nuestra fiesta más auténtica, pese a la moda de Halloween, y esta Crónica de la Semana hace superlativas las ganas de vivir de los jiennenses, de aquellos que solo sonríen y no se atreven y de los infinitos que no tienen miedo al ridículo: “Ande yo caliente y ríase la gente”.
Don Ramón está pasando de nuevo unos días de encuentro cristiano en Jaén. Viene conduciendo desde su Burgos natal y la reunión prioritaria es con los sacerdotes jóvenes de la Diócesis, pero no deja de convertir sus paseos mañaneros en algo más que una visita a sus referentes más íntimos, el Camarín de Jesús, la Virgen de San Ildefonso, las monjas Carmelitas y la Catedral en su esplendor pletórico de oración y encuentro. Ramón del Hoyo viene a Jaén a disfrutarla, en silencio y sin oropeles, como él es.
Qué difícil es hablar ahora con un político en un acto, por teléfono casi imposible de los filtros que tiene, pero en directo es tal la cohorte de asesores que lleva... Verbigracia, quien le hace los discursos y le dice dónde tiene que ponerse después de una pelea con la organización, más el periodista que hace fotos para luego escribir una nota de prensa y “hacer” el trabajo de los medios de comunicación, sin olvidar el “community manager” que graba en vertical solo para las redes sociales. Ea, una auténtica maraña.
Celia Cruz, cantante cubana: “No hay que llorar, que la vida es un Carnaval, y es más bello vivir cantando”.
> ¡Vivir, vivir, vivamos siempre viviendo!
Hakima Zeroil, madre de Jaula Elhaiba: “Sé que va a hacerse Justicia, mi hija tenía una vida por delante y cayó en una trampa. Quien la mató tiene que tener el castigo que se merece”.
> ¡Prisión permanente revisable!
Juan Carlos González, presidente de CSIF: “El 40 por ciento de los asalariados de la capital son empleados públicos y no estamos en el CES Local”.
> ¡Deuda impropia y el porcentaje, digno de estudio sociológico!
> Su salida no ha sido la esperada, ni para ella ni para su partido, una brecha de desconfianza emerge entre las dos partes.
> “Tengo cuerda hasta 2034”, dicen que ha dicho ante las insinuaciones que le colocan fuera de foco en poco tiempo.