¡Qué nos quedará por ver!

Botellas vacías, garrafas con alarmas antirrobo hasta, incluso, fotos de envases de aceite de oliva en los supermercados para que no roben la mercancía. La estampida en el precio, de casi un 70 por ciento según la organización Facua-Consumidores en Acción, nos lleva a situaciones desconocidas, pero no quepa duda, buena para Jaén: Cuanto más valga el aceite mejor para esta tierra. Si los tomates de Almería valen un potosí, nadie lo discute, de igual forma que si las fresas de Huelva tienen un precio cada vez mayor. Pero, qué cosas pasan en Jaén, si el precio del aceite de oliva virgen extra sube, hasta los políticos se quejan. La vida vino para quedarse sin solución de continuidad, que es como decir, que lo que hoy vale, mañana no y, al revés, también. Nos quedará por ver lo que queramos ver, porque si 1 de cada 4 litros de aceite del mundo es de Jaén, hay que controlar el mercado. Dicen que sorprenderse de lo que pasa a tu alrededor es sinónimo de juventud y debemos enorgullecernos de que algo que solo se cría en Jaén esté en el escaparate de los productos envidiables, amén de cardiosaludables y sinónimo de dieta mediterránea.

Ciertamente, que los olivareros respiran aliviados este año mucho más aún tras las lluvias de febrero y las inesperadas de marzo. La cosecha ha sido bien corta, anunciada por los aforos, aunque con comarcas donde el calor del verano no quemó la flor tanto, pero es que con el precio actual han equilibrado los ingresos pese a la caída en picado de la producción. Asaja lo cifra así: El aceite de oliva virgen extra se sitúa en los 8,481 euros/tonelada, el virgen el 8,095 euros/tonelada y el lampante 8,233 euros toneladas. Esa “pata” de la economía de Jaén respira, aunque no entiende cómo nos vamos a quedar sin aceite ahora y, por lo tanto, no existirá lo de siempre, aceite para vender en verano, lo que se llama aceite de enlace de campaña. También en eso tendremos que sorprendernos. Dicho todo esto, hay una pata de la economía de Jaén que no se ve en ninguna de las circunstancias, porque los jornales de una cosecha buena no han existido y no son recuperables. Nunca llueve a gusto de todos.